Diálogos sobre el Derecho a la Salud

24 Universidad de Chile . 2021 sidades específicas de hombres de distintas edades y condiciones. Asimismo, se plantea que la prevención en salud incorpore pers- pectiva de género y tenga un rol central en el sistema sanitario, dado que es desde ahí donde se hacen las primeras acogidas hacia todas las edades. Ahora bien, las desigualdades de género no solo se relacionan con el estado de salud de mujeres y diversidades sexuales, sino también con las condiciones sociales, económicas, laborales a los que estos grupos se ven enfrentados. Para abordar este tema, se proponen tres ejes de discusión; violencias, cuidados y participa- ción. En primer lugar, las violencias hacen eco de un problema de sa- lud pública, cómo las instituciones sanitarias se hacen cargo de los hechos de violencia hacia mujeres y diversidades sexuales, enten- diendo estos como todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico. Frente a tales situaciones, se plantea que esto debe ser aborda- do desde un enfoque preventivo de la violencia de género, que se anteponga y construya condiciones para que no existan actos de violencia contra las mujeres y diversidades sexuales, en todas las dimensiones que esto involucra. No obstante, esto no niega que las instituciones se deban fortalecer para acompañar cualquier tipo de situación de violencia, por lo que deben contar con protocolos y mecanismos aptos para dichos procesos, que respeten, protejan, acompañen y no revictimicen a la víctima. El eje de violencias también actúa como bisagra, en tanto no sólo se relaciona con condiciones laborales, sino también con la aten- ción y tratamiento respetado que brinda el personal de salud a las y los usuarios. Ejemplo de este tipo de violencia van desde el no reconocimiento de la identidad, malos tratos, hasta procedimientos no acordados con el o la usuaria. Para ello, es fundamental robus- tecer la formación profesional bajo una perspectiva de género, al alero de los principios de la educación no sexista, que comprenda y respete las diversidades en todas sus dimensiones. En segundo lugar, la división sexual del trabajo ha relegado a las mujeres al trabajo de cuidados no remunerado, replicándose en el ámbito público, generando la feminización y masculinización de ciertos espacios, y a las relaciones de subordinación entre profesio-

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