La falla de San Ramón y la sostenibilidad del piedemonte de Santiago: recomendaciones para la política pública
Dado que las tasas de recurrencia de grandes sismos cortica- les en fallas activas son relativamente más amplias, o lentas, que aquellos generados en el contacto de la subducción de las placas tectónicas, esto ha contribuido para que el peligro y riesgo de terremotos en estas estructuras geológicas, no haya sido considerado en instrumentos de planificación ur - bana ni en la normativa sísmica nacional. Se evidencia, entonces, a la vez un vacío como también una oportunidad para una política pública que propenda a la sostenibilidad y la reducción del riesgo de desastres en San- tiago, como también en el conjunto de nuestro país 2 . Desde una perspectiva geológica, la Falla San Ramón, ubi- cada a los pies del frente cordillerano de Santiago, repre- senta una amenaza para la Región Metropolitana ante un gran terremoto debido a (i) la posibilidad de propagación de la ruptura en superficie (ver figura 3 ), (ii) la ocurrencia de grandes movimientos del suelo en sus inmediaciones, y (iii) la potencial ocurrencia de remociones en masa en el frente cordillerano y cerros de la región 3 . . Desde una perspectiva más amplia, el marco normativo actual ha sido insuficiente para considerar las amenazas y riesgos del piedemonte cordillerano en su integralidad, como tampoco para proteger las diversas funciones que este cumple, tales como la amortiguación del impacto de remociones en masa, infiltración de aguas superficiales hacia la napa subterránea, el desarrollo y preservación de suelos, bosques, vegetación y fauna especialmente adaptada a condiciones climáticas ad- versas, la posibilidad de aire limpio para la ciudad, la riqueza paisajística y la posibilidad de recreación, educación y encuen- tro con la naturaleza 4 . Zonas no construidas sobre la Falla de San Ramón ofrecen la posibilidad de preservar y poner en valor el patrimonio geológico que representa la misma, al mis- mo tiempo que cuentan con abundante presencia de bosque y fauna nativa, cumpliendo las funciones anteriores. 2 Resultados de investigaciones científicas de la última década dan cuenta de tasas de deslizamiento a escala de los últimos miles de años del orden de 0,5-0,6 mm/a, como en el caso de la Falla San Ramón o de la Falla Mejillones, 12-25 mm/a en el caso de la Falla Liquiñe-Ofqui, u 8-11 mm/a en el caso de la Falla Magallanes. Estudios recientes también han asociado la ocurrencia de terremotos superficiales ocurridos en las últi- mas décadas a rupturas sísmicas en fallas geológicas. Estos antecedentes dan cuenta de tasas de deslizamiento moderadas a rápidas de las fallas activas en nuestro país, como también de su capacidad sismogénica, pudiéndose esperar terremotos corticales de gran magnitud con potencial ruptura en superficie a lo largo de las mismas. 3 Evidencias paleosismológicas muestran que la Falla San Ramón es capaz de producir —por sí misma— grandes terremotos, con dos episodios de gran magnitud (M W 7,2-7,5) ocurridos en los últimos 17.000 años y el último hace unos 8.000 años atrás. De acuerdo con estos mismos an- tecedentes, en cada uno de estos terremotos la propagación de la ruptura en superficie a lo largo de esta falla movió del orden de 5 m el bloque oriental respecto del occidental, levantando unos 2 a 3 m el bloque cordillerano por sobre el valle de Santiago. Por otro lado, simulaciones de escenarios de ruptura para estos mismos sismos sugieren que el movimiento del suelo en las cercanías de la falla, debido a las aceleraciones producidas por la propagación de las ondas sísmicas, superaría ampliamente lo experimentado en Santiago durante el terremoto del Maule en 2010. Esto implicaría una demanda sísmica potencialmente muy superior a lo que estipulan las normas de diseño sísmico vigentes. Adicionalmente, el frente cordillerano está expuesto a sufrir variados tipos de fenómenos entre los cuales los más frecuentes son los aluviones (flujos de detritos y barro), que ocurren esporádicamente en las quebradas principales asociados a eventos de precipitaciones extremas. Ade- más, tanto las laderas del frente cordillerano como las de los cerros isla de la Región Metropolitana, son susceptibles a la ocurrencia de desliza- mientos superficiales de suelos, deslizamientos o caídas de rocas ante un terremoto cortical a lo largo de la Falla San Ramón, lo que representa una fuente de peligro local para viviendas, caminos e infraestructura en general. 4 La crisis climática de origen antropogénico, de una magnitud tal que el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) ha definido como irreversible, ha aumentado la intensidad y probabilidad de ocurrencia de fenómenos extremos de remociones en masa, posicionando a Chile en un contexto multiamenaza que debe ser atendido para cualquier definición de problema público en materia de riesgo de desastre. Al mismo tiempo, el Cambio Climático se ha expresado en Chile central en forma de una mega-sequía que ha afectado seriamente la disponibilidad de agua y el vigor del bosque nativo, en particular en la precordillera de Santiago. Este bosque cumple un múltiple rol en materia de adaptación y resiliencia, en términos del valor de su propia biodiversidad y funciones ambientales locales, así como respecto de su capacidad para regular el clima local y prevenir el impacto de eventos climáticos extremos. Los bosques nativos de la precordillera de Santiago, sometidos durante el siglo XX a una intensa deforestación asociada a prácticas agrícolas, producción de carbón de espino ( Acacia caven ), productos cosméticos del quillay ( Quillaja saponaria ), o a incendios, suelen estar conformados por especímenes renovales, en pleno crecimiento por lo que constituyen importantes sumideros netos de carbono dado que absorben más de lo que liberan, aportando también a la mitigación del Cambio Climático; lo anterior, sin necesidad de recurrir a la plantación artificial o agua para regadío. Los especímenes renovales de espino que dominan el bosque esclerófilo del piedemonte de Santiago, son altamente resistentes a la sequía y a las temperaturas extremas y cumplen la función de colonos y “nodrizas” en los procesos de regeneración natural o artificial, brindando las condiciones de temperatura y sombra adecuadas para que otras especies nativas, como el quillay o el litre, puedan crecer en condiciones de estrés climático; al tiempo que fija nitrógeno y sus semillas aportan proteínas a los animales. 4 UNIVERSIDAD DE CHILE Vicerrectoríade Inves tigaciónyDesarrollo INVESTIGACIÓN INNOVACIÓN CREACIÓNARTÍSTICA POLICY BRIEF
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