Tránsitos y trans-formaciones: Foro de las Artes 2021

t r á n s i t o s y t r a n s f o r m a c i o n e s 88 c a p í t u l o 2 . p o l í t i c a s y s u b v e r s i o n e s estética, y donde esa complejidad hace patente que ahí no sólo se aloja la representación del Estado como voluntad civilizatoria. Sin embargo, a partir de esta situación crítica (que supera a Chile como contexto), podría permitirse una lectura donde se viene a instalar una complejidad que se desliza desde otro lugar, pero donde nuestro país es el mejor ejemplo: el sistema neoliberal como debilitador de toda institu- cionalidad. Si se produce un cuestionamiento del monumento en tanto su rol unificador, se podría afirmar que deviene de un agotamiento del rol del Estado en tanto máquina de producción de socialidad (siguiendo a José Luis Brea²⁴), y en esa lógica no podría descartarse la influen- cia del neoliberalismo como causa y origen cuando su cimiento es el fortalecimiento las identidades individuales y la disolución de lo que denominábamos ideologías , permitiendo el establecimiento de nuevas formas de asociación corporativa transnacional que necesita del decai- miento del estado-nación y sus rígidas fronteras. El arte monumental representa al Estado, sin lugar a dudas. Es la expre- sión de una voluntad de relación con el pasado que pretende determinar el futuro, a través de una reafirmación permanente de los valores que posibiliten la continuidad del gobierno, que como dijera McCarthy, se sostiene en el ideal de la estabilidad y la permanencia. ¿Significa en- tonces que la caída del monumento antecede la desaparición del Esta- do-nación? En cierta manera es un claro síntoma de una debilidad nunca antes vista, desde el nacimiento de las naciones occidentales a princi- pios del XIX hasta la fecha. Parece ser que la anémica formación política de la sociedad no fuera capaz de enfrentar a ese Estado –culpable de matanzas e injusticias que fundan no sólo las grandes desigualdades del hoy, sino también de aquellas conquistas sociales que son también consecuencia de sus acciones–, para exigirle la escritura de una nueva historia, ahora ya no desde una mecánica de revisión perpetua del pasado para su mejor aprove- chamiento y permanencia, sino de un futuro asentado en nuevos paradigmas valóricos para la configuración de esa historia por venir. No podemos olvidar que el Estado, garante de derechos, es también el único violador de derechos humanos. Esa bipolaridad es la que no permite ver con claridad el fi- nal de la disputa, cuando también podemos comprender 24 “Las viejas Mega-máquinas de producción de socialidad –Estado, Tierra, Patria, Religión, Familia…– que tradicionalmente asumían el encargo de producir al sujeto en un contexto de identificación sólido, se derrumban como viejos dinosaurios de otro tiempo, viendo su papel desplazado y suplantado por nuevas maquinarias micro, generadoras de efectos de identidad puramente provisoria y continuamente revisada, o por mecanismos de identificación –logos, industrias del imaginario colectivo- banales, inestables”. José Luis Brea. El tercer umbral. Estatuto de las prácticas artísticas en la era del capitalismo cultural . Murcia: Editorial CENDEAC. 2004. pp. 87 y 88.

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