Tránsitos y trans-formaciones: Foro de las Artes 2021
t r á n s i t o s y t r a n s f o r m a c i o n e s 46 algo improductivo y al mismo tiempo –de ahí la paradoja– en una acción de vida con un extraordinario efecto político. En el Festival de Arte Periférica 2021 se retratan las zonas etno-urbanas del arte contemporáneo, de la mano de intervenciones callejeras que emer- gen en los márgenes del espacio público, pero también se introduce lo que la Comunidad Catrileo+Carrión, junto a otros artistas y activistas políti- co-culturales, como Patricia Pichún y Gonzalo Castro-Colimil han denomi- nado el “CHILEYEM”. La autoformación, la autodeterminación y la transfor- mación como práctica artística que atravesó la curatoría de este programa de videos, surgió de la idea de reconocer un territorio agónico, cuya base consistía en un ejercicio poético en torno al sufijo yem: expresión ma- puche que servía para referirse a lo difunto, a lo acabado. La posibilidad transformativa bajo la pulsión de muerte es aquí imprescindible para al- canzar un arte calibanista capaz de excretar amos y dioses. Ahora bien, esta fuerza no irrumpe como un simple relámpago fugitivo en el entorno metropolitano. Es lo que Castro-Colimil, por su parte, recuerda como un largo momento de incertidumbre activa, que se ha venido labrando entre las prácticas de autoformación gestadas por trabajadores y activistas del Wallmapu, quienes regularmente han buscado incidir en ese interregno de un tiempo extinguido y a su vez esperado. El Chile se acabó, enmarcado en la expresión aglutinante del yem , parece subvertir el siempre-lo-mismo alojado en un estado de progreso nacional, ese estado de perenne vigilia entre el reposo y el despertar. A pesar de que las diversidades lingüísticas predominan en el horizonte de expectativas que ha levantado el despertar constituyente, no se trata aquí de una nueva onto-antropología fungida en lo que la última meta- física heideggeriana identificara con el habitar en el lenguaje, sino de un estallido de las formas de escrituras de aquel humanismo obnubilado con el pastor, la crianza y la razón antropocéntrica. El lenguaje del difunto, precisamente, es el de quien ya no puede hablar/habitar en el lenguaje, quien ha dejado de ser humano en el lenguaje uniforme y, por lo tanto, de quien ha dejado de compartir un mundo conocido o dado a la historia de la humanidad. Se trata pues de un lenguaje abominable e impenitente. Empero, tampoco se trata de transformar lo difunto en una forma de vida sin habla, sino de deshabitar la mitología calibanista que resuena como ominosa subversión del lenguaje. Si el Calibán de Silvia Federici atraviesa ese vasto archivo de imágenes c a p í t u l o 1 . d e s t i e m p o s y é p o c a ( s )
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