Tránsitos y trans-formaciones: Foro de las Artes 2021

25 el espacio telemático compartido parecía transgredir los límites a los que estábamos habituados. Las comunicaciones desde el encierro produjeron el despliegue de una dimensión espacial perdida en su propia temporalidad, restringida por los códigos, formatos e incluso duraciones propias de los programas de comunicación, dejando las decisiones individuales en un segundo orden. El espacio de convivencia fueron las pantallas, espacios de disputa de nuevas formas de relación, definidas por los códigos de una comunica- ción mediada sin capacidad de objeción. Estar en la pantalla, comunicar- se desde ella y con ella, se permitía bajo el disciplinamiento colectivo a los códigos, los sistemas, las herramientas digitales pensadas más como un apoyo y no transformarse en el centro de las relaciones humanas. De ahí que la vida en pantalla, trajera consigo una obligada problemati- zación de categorías y nociones como la de lugares, espacios y cuerpos. ¿En dónde estábamos? La pregunta era muy obvia, estábamos en casa o en tránsito para resguardarnos de un posible contagio. Pero nuestra imagen, ¿dónde estaba? Nuestra representación pixelada dejaba de transitar esporádicamente la pantalla del celular o del computador y pasaba a habitar esos espacios, exhibiendo nuestro entorno íntimo o privado, además de dejando ver nuestra adaptación o sumisión al des- pliegue en un territorio que mayoritariamente tenía usos precedentes en la exhibición de grabaciones previas (conferencias, obras audiovisuales, diálogos, etc.). Ahora no. La pantalla se convertía en una ventana difu- sa que comunicaba diversos entornos privados, con lo que quedaba de nuestra subjetividad individual en ellos, para erigirse draconianamente en el nuevo espacio “público”, condicionado por posibilidades de acceso y mediaciones que lo situaban lejano del nostálgico espacio de convi- vencia común en “la calle”. En esta encrucijada de sobre estímulos comunicacionales, despersonali- zaciones virtuales y angustias existenciales, la pregunta por el cuerpo, en especial desde la vereda del arte, se convirtió en una cuestión de suma urgencia reflexiva. La Pandemia no solamente advirtió que la promesa de la inmunización del cuerpo, en términos sanitarios, era más bien una ilusión amparada por la filosofía del progreso, sino que este mismo cuer- po era un campo de tensiones políticas, económicas y culturales, una vez que se asumió la cuarentena, o la semi-cuarentena, como el modo de vida. En esa condición de límite, que además tuvo --y sigue teniendo-- * fernando gaspar y guillermo jarpa t r á n s i t o s y t r a n s f o r m a c i o n e s e n l a s a r t e s e n t i e m p o s d e p a n d e m i a

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