Tránsitos y trans-formaciones: Foro de las Artes 2021

t r á n s i t o s y t r a n s f o r m a c i o n e s 24 teatros, entre otros. El artista, desterrado temporalmente de la escena, busca resignificar sus discursos y sensibilidades al espacio virtual, con éxitos desiguales para unos y otros. Si el mundo audiovisual ya experi- mentaba una transición hacia el visionado personalizado, la pandemia acentuó esta trayectoria aparentemente sin retorno. En cambio, las ar- tes escénicas han vivido de manera mucho más conflictiva un cambio que no parecía vislumbrarse y que si bien ha tenido notables muestras de adaptación, también de lucha por la recuperación de la experiencia pública como una condición necesaria para la práctica artística. En los días de confinamiento más severo, las performances e intervenciones artísticas de carácter público, adoptaron rasgos de subversión y rebeldía auténtica, transmitidas –era que no– de manera virtual gracias a las re- des sociales y medios tecnológicos mediante. Al final del día, la representación se vuelve inconmensurable e indefi- nible, los relatos convergen a la disyuntiva de hacer las cosas distintas, en tiempos, modos, formatos y con recepciones de público en mutación, mientras que también se promueve la reivindicación de lo tradicional, la recuperación de las prácticas comunes de la experiencia obra-público, la defensa de la presencialidad, el uso del espacio público como una muestra de resistencia y de acción artística política. A fin de cuentas, el discurso, la mediación, la representación vuelve a estar en conflicto, ya que pareciera se le concede a esta un estatus especial y se considera que es más probable que la representación sea la causa de lo representado y no a la inversa. Se extiende así, la noción de que las tecnologías “siem- pre reflejan, absorben o representan discursivamente la cultura humana más que conformar el sustrato en el que opera la cultura, y ciertamente más que revelar cualquier realidad prediscursiva.”, como señala Bratton. Los espacios y los cuerpos La Pandemia nos obligó a habitar espacios desconocidos. La presencia virtual o la presencia en pantalla, dejó a la colección de avatares que desarrollaba nuestra contemporaneidad en un compás de espera frente a nuestros propios sujetos virtuales, la imagen propia que se desplega- ría permanentemente en diferentes plataformas de comunicación para ser partícipe de espacios de trabajo, encuentros internacionales, obras artísticas, reuniones familiares, en un largo etcétera. Si los tiempos o la noción de tiempo experimentó grandes cambios, la idea de espacio tam- bién se volvió elástica y dúctil. El espacio íntimo, el reducto del cuerpo, se plegaba y retraía en un cotidiano encierro, mientras el espacio virtual, a p e r t u r a

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