Tránsitos y trans-formaciones: Foro de las Artes 2021
t r á n s i t o s y t r a n s f o r m a c i o n e s 120 aperturante de mundos, sino que esta apertura queda circunscrita a un proceso que podríamos llamar situado. Obras situadas, pero no en el mismo sentido de un site specific . Situadas en el sentido del proceso de creación. Obras que entran en diálogo con una comunidad para satisfa- cer no solo las expectativas del autor o del campo artístico, también y a veces principalmente las demandas de la comunidad con la cual trabajó. Es lo que llamaríamos obras en situació n. Podemos hablar entonces de una cierta estética de la situación, obras que dialogan, que se deben a los sujetos gracias a los cuales pudo lle- gar a ser. La obra se debe al material, pero cuando el material son las personas, las vidas de las personas, sus deseos y memorias, entonces cómo juega la radicalidad. Así, comenzamos a entender que el problema que nos proponía Paisajes Disonantes ya no se ubicaba al nivel de la recepción, no era solo el para quién las obras estaban imaginadas, esta- ba al lado de la producción, cuando una comunidad se entrega y dona lo que es y su lucha por el reconocimiento. De pronto, el problema de la representación del otro se desplaza de una pregunta estética a una cuestión ética. En un ensayo del 2013 José Antonio Sánchez³¹ propone distinguir cuatro formas en la que en castellano entendemos la idea de representación: la primera refiere a la idea de la puesta en escena concreta que es lo pro- pio del teatro, lo que cabría llamar la escenificación de algo; la segunda dice relación al sentido mimético o ficcional como cuando un actor re- presenta a otro que no es él. La tercera, queda clara bajo la idea de la representatividad, cuando alguien o algo parece representar los rasgos comunes de un grupo, finalmente la representación en un sentido políti- co fuerte vinculada a la idea de la delegación de una posición de poder o soberanía. Si bien, la distinción de Sánchez es clarificadora, la diferen- cia entre estas maneras de entender la representación son caras de un mismo cristal: representar siempre implica un diferimiento, un en vez de algo, de aquello que es en su aparecer soberano: la realidad, las cosas que ocurren, la vida. Por lo mismo, pensar la representación, implica en primer lugar detenerse en quién o qué elabora la representación. Toda representación implica de antemano una posición de parte del que representa, el que representa es el cristal a través del que un tercero ve la realidad. Sea que nos refiramos a una imagen mental o corporal toda representación antes que 31 José Antonio Sánchez, “Ética de la representación”, Apuntes de Teatro, 138 (2013), pp. 9-25. c a p í t u l o 3 . c r e a c i ó n a r t í s t i c a p a n d é m i c a
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