Comunidad y América Latina: avances decolonizadores
97 identificado como vacío, es apropiado por el Estado o empresas y negociantes para darle finalmente un destino productivo. De esa manera, a través de dichos mecanismos, y seguramente otros más, esos espacios van adquiriendo la definición de rurales, propiamente. Lo rural, entonces, pasa de ser primitivo e inmaduro, como hemos señalado, o lugar deteriorado, a ser un espacio productivo (Rozas, 2018), que dispone de ciertos recursos, con un potencial, factible de explotar y, ahora a disposición, del centro urbano. Habría que advertir que esta apropiación no es transformarlo en espacio urbano o ciudad, sino en un territorio que su función no es otra que producir los recursos, servir y estar a disposición de lo urbano, es decir un territorio subalterno. Principalmente desde las necesidades económicas, es el lugar de lo productivo en cuanto a alimentos para la ciudad y luego es el espacio extractivo de madera, carbón, cobre y otros minerales. Decíamos más arriba que lo rural es una construcción social, pero, lo es igualmente lo urbano. No obstante, lo urbano o la ciudad, es lo prioritario. En este sentido lo rural es el alter ego (Lévinas, 1993) de lo urbano, es un otro subalterno, de modo que su rol principal es atender las necesidades de lo urbano. Pero, también lo rural desde lo cultural o desde lo conceptual, es la fehaciente demostración del atraso, del no uso de la tecnología, de un espacio donde circula lo físico, lo corporal, lo tosco, todo aquello que corresponde al pasado. La ciudad por el contrario es la expresión del desarrollo de la planificación, de la razón, de la funcionalidad, de la eficiencia, de los adelantos tecnológicos, de la concentración del poder y de la población, de la capacidad productiva, de la instalación del sujeto moderno.
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