Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

54 Porque lo que trae el universo occidental es el “sedentarismo”. Busca conquistar una zona, para instalarse allí y evitar el movimiento, marginando las sociedades locales, para construir allí una vivienda. Una casa de material sólido, resistente a las inclemencias del tiempo, permanente en el tiempo. Porque la idea es no migrar, es no moverse sino construir allí una asociación humana que de manera interdependiente provea de todas las necesidades. De forma que, en función de levantar una sociedad, con todas sus estructuras jurídicas, políticas y productivas es necesario la permanencia en un lugar fijo, el sedentarismo. Son dos sociedades en pugna, son dos cuerpos teóricos que conceptualizan la vida de maneras distintas y cada una a su modo elabora un método para llevarla a cabo, con sus estrategias de alimentación, con sus modos de estar en el mundo. El problema aquí, es que la perspectiva sedentaria se enarbola como la solución, como la forma apropiada, como la mejor forma de vivir y de construir sociedad. Más aún todavía, esta última perspectiva desarrolla no sólo su instalación sino, estrategias de destrucción de cualquier otra forma concepción del mundo. El vagabundaje o la migración de la vida de modo circular es significada y conceptualizada como una dinámica inútil (Hegel, 1999) obsoleta, ineficiente, desquiciada, destinada a morir, desarrollando para ello todo tipo de gestiones de enlodamiento y de acciones de deslegitimación de ese otro sistema de vida. Para ello, desde la perspectiva territorial, la opción del paradigma occidental, fuera del continente y aquí en América latina es escoger un valle, es decir tierras planas, escoger extensiones de tierra sin cordilleras, sin montes o volcanes, sino planas, que luego de despejadas del material verde permita la instalación de dicha forma de pensar, expresada en casas, agriculturas, industrias, en ciudades y todo lo que la sociedad occidental establece (Hegel, 1999).

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