Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

43 Sánchez (Rozas, 2018), el niño al nacer tiene un espíritu, como todos, pero mucho más amplio y grande que un adulto. En ese sentido es más fuerte y con más capacidades, pero es un espíritu similar a un caballo salvaje, por tanto, la labor educativa de la comunidad y de sus padres consiste en moldear este espíritu según la línea de funcionamiento de la comunidad, que consiste en mostrar el destino comunitario a la energía de este espíritu, de modo que se oriente hacia el bien común, y no se privilegie la satisfacción personal. El Sonido del Círculo en lo Comunitario De lo señalado anteriormente, se desprende que, si hay una figura que representa lo comunitario, es el círculo. El cual, se ve reflejado en múltiples actividades e itinerarios seguidos por la población, que enfatiza el vínculo comunitario y toma distancia de la modernidad cuya dirección principal de esta última es la perspectiva lineal. Esta circularidad, por ejemplo, es la que se presenta en una comida llamada “curanto” celebrado en Chiloé en el sur de Chile o en Huancayo a 4.000 metros de altura en la sierra peruana, consistente en carne de animales locales y/o mariscos, frutos del mar, comida cuya preparación es en círculo, consistente en la excavación de un agujero en la tierra, en el cual se agregan piedras calientes, sobre las cuales se deposita el marisco y/o carne, todo lo cual se cubre con hojas de gran tamaño, hasta impedir el escape del humo y del calor. En el lapso de una hora se destapa esta especie de olla natural y se consume, trabajo que desde sus inicios es colectivo, solidario y comunitario. Lo mismo ocurre con muchas otras comidas, donde el acto de comer no sólo es una actividad alimenticia, como tampoco es una acción accesoria, con la detención y calma que merece una actividad como esta, totalmente opuesta a la ingesta de la comida rápida o

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