Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

40 Siguiendo lo planteado por Chavarría (2003) en relación a los Ese Eja, A diferencia de la cultura occidental, en la cultura Ese Eja, el hombre no está destinado a dominar la naturaleza o a imponerse sobre ella. Hombre y naturaleza no son entidades diferentes que se contraponen; ambas se complementan y forman una unidad que interactúa sobre la base de una reciprocidad y un diálogo permanente. Es por ello que la depredación o el saqueo de los recursos no se condice con sus patrones de conducta. El hombre convive con el paisaje, con los árboles, animales, seres vivientes del bosque, del aire y del agua. Ellos son también gente Ese Eja y tienen roles en el desarrollo de su historia (…) Los Ese Eja consideran que el cielo, el agua, la tierra en su interior están habitados por paisanos, que por diversas razones actúan en medios diferentes de una sola realidad: el mundo de los vivos (…) (p. 201). Este tipo de relación, permite comprender la vida y la muerte como un proceso intrínsecamente vinculado en la relación que se tiene con la naturaleza, esto en el sentido que se mata para vivir como así mismo se muere para hacer vivir a otros, todo ello en un círculo de vida y muerte que se realimenta permanentemente. Donde la vida y la muerte son parte de un mismo acto, inseparable uno de otro . Por ello, también Pavon (2019) en sus trabajos logra despejar que una de las actitudes presente en las comunidades mesoamericanas es la humildad, como una actitud noble que encierra un alto respeto y consideración por el otro, una admiración, actitud de la cual no puede desprenderse una destrucción y una violación de otro ser, sino más bien la consideración permanente. Un ejemplo sobre la idea de la vida y la muerte es la máscara de Tlatilco.

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