Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

33 selva venezolana, referido una fiera que ruge, misteriosa, atractiva, violenta y mortal, imposible de dominar, concluyendo que sólo cabe simplemente saber vivir con ella. Esa región es gran parte de la América latina actual y, aunque parezca extraño definirla así, en un contexto del siglo XXI en que pareciera que todo está conquistado y todo está ordenado y civilizado por la lógica moderna. Pero no, este organismo sigue latiendo, diseñando su propio orden. Y ese orden y otros similares, como son el desierto, la Patagonia, la montaña, son precisamente los que debemos saber entender, para así favorecer mejor la vida de la comunidad y, ajustar mejor su vida a ese orden y no empujarla o abandonarla a la conquista de un orden moderno que significa sólo su utilización y la búsqueda de su modificación y transformación para encajar en el sistema, definido este como capitalista o neoliberal. Estos espacios de desorden son muy interesantes, pues corresponden a pueblos que no disponen de carreteras o caminos, dado la interrupción de montañas, selvas, bosques, lagos, nieve. Por tanto, simplemente la forma de llegar a ellos que dispone la mayoría de la población es navegando por el rio, o el lago, a caballo o simplemente a pie, implicando para ello muchas veces mucho tiempo, e incluso días. Este alejamiento, genera una dificultad para estar conectado con el centro, y por lo mismo abre la oportunidad de una cierta independencia en la vida de los pobladores de esos pueblos. Varias posibilidades produce esta condición, por un lado la vida del pueblo es muy simple, su población simplemente vive, siguiendo un ritmo sin mayores pretensiones. Y, por otro lado, hay pueblos que, sin mayores aspavientos, enriquecen su vida con sus costumbres y sus ceremonias apelando a sus tradiciones y a sus ritos más ancestrales. Un ejemplo de estas situaciones es un viaje rutinario por el Amazonas que hace corrientemente la población local, entre la

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