Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

334 ser la psicopolítica de Han (Han y Arregi, 2012) o la necropolítica propuesta por Mbembe (2011). Es importante notar que la matriz operativa, en otras palabras, el modus operandi del control de la vida ha transitado desde la negatividad a la positividad. Por negatividad nos referimos, siguiendo a Han (2018), a aquel poder restrictivo, que niega la libertad. En contraparte, la positividad guarda relación con el ejercicio permisivo y silencioso del poder. Sería un craso error creer que esta positividad es, valga la redundancia, positiva para el desarrollo de nuestras vidas. Pero tampoco, es tan tajante la transición de la negatividad a la positividad, como se podría imaginar. Puesto que, ante la necesidad, el gobernante hace uso de la negatividad de la biopolítica. Sin embargo, mientras se restringen derechos, paralelamente se nos bombardea de comerciales de Mercado Libre, Rappi o el delivery de tu retail favorito, llamando activamente a comprar y exponer la vida de alguien más al posible riesgo de un contagio. Quizás, si se hubiesen escuchado las voces de los cuerpos médicos y de salud, quienes han dejado el alma en sus (hoy) espinosos trabajos y arduas jornadas, las medidas bio/psico/necropolíticas que ha tomado el Estado habrían tomado otro rumbo. Es llamativa la positividad neoliberal que emana del bombardeo de la idea del “héroe” para referirse a quienes trabajan en pandemia. Una vez erigidos como próceres, nadie se preocupa por la vida y condiciones de trabajo de quienes están en servicios esenciales. Hoy, que se prohíben los eventos públicos, pero no se cierran los malls, queda en descubierto un Estado que prefiere cuidar los capitales antes que las vidas. La balanza se ve completamente desplazada hacia al lado de la economía por sobre el peso de las personas, a quienes se debe la democracia y la posibilidad de gobernar. Aún con la presencia de tanta biopolítica, el virus sigue

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