Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

330 profundamente aislados, nos encontramos en una situación que no solo es atravesada por la biopolítica, sino que también, ocupa los últimos avances culturales, en la optimización de una psicopolítica que está creando a un nuevo humano. Exclusión y Comunidad Por otro lado, la sociedad no puede funcionar sin el sector popular, entendido este como el sector que aporta la mano de obra, su propio cuerpo para sostener la sociedad, y la ciber sociedad. La Pandemia COVID-19 ha puesto en evidencia un cambio profundo en la forma de funcionamiento del mercado, caracterizado ahora por un sistema de producción, compra y venta articulada en el mundo digital, pero sustentado en lo material. Cientos de labores se requieren y son indispensables para ello, desde alimentar al ganado vacuno, cortar árboles, construir edificios, trasladar productos, labores de aseo y limpieza, preparación de alimentos, la pesca en el mar, la extracción minera, manejar los aviones, cargar bencina y, así suma y sigue. La pregunta es ¿quién debe hace esta labor, en quienes se piensa para ello? Por supuesto que, para nada en el sector acomodado o medianamente acomodado, sino precisamente en el sector popular, en los marginales, obreros, migrantes que se encuentran lejos del acceso al espacio virtual, el sector que durante la pandemia ha sido “carne de cañón” para tomar en sus manos la materialidad de las cosas (cargadas de virus) y tomando contacto con otros iguales, en el transporte y en el trabajo. En esta dinámica social, la economía debe continuar, la producción debe mantenerse, no solamente con materiales de primera necesidad. Este movimiento no puede darse el lujo de bajar sus ritmos de entrada y salida. Por ello es que, la sociedad aprendió a sobrellevar la Pandemia, manteniendo la economía en marcha, desde sus dimensiones virtuales y, por otro lado, materiales.

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