Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

326 del género, la relación experto-beneficiario; generando la ilusión de ser libres y capaces de elegir cómo hacernos a nosotros mismos. Entonces, lo que se pretende dejar en claro, es que en el ciberespacio y, más específicamente, en las redes sociales, se condiciona de manera explícita e implícita una manera de ser. Modo de funcionar que no sólo tiene efectos en el ser y tránsito virtual, sino en la totalidad orgánica de los usuarios. Se insta a los individuos a producirse a sí mismos por mayor visibilidad, incitándoles a ser un nudo de ruido; centros de atención que concentre a grupos con los mismos intereses, de manera que los algoritmos optimicen la venta de las empresas, alimentando una lógica de consumo insaciable. No solo precarizando la posibilidad de crear mundo, al quedar atrapados en los despóticos dictados que cada red social estructura en un circuito de existencia, sino que también se estimula una producción hiperindividualizada, acentuando un narcisismo generalizado, un profundo ensimismamiento, con implicancias todavía poco estudiadas. La humanidad en expansión habla un nuevo lenguaje, producido por esa novedosa coincidencia facilitada por el impacto de las tecnologías de la información en las sociedades contemporáneas. Pero, aunque todo sea transformado desde el nivel virtual, dado el contexto pandémico, no todas las sociedades son parte de ese espacio, ni lo son de la misma forma. A la ciudad global creada en internet, se accede tan profundo como lo permitan una serie de factores entre los cuales, están las condiciones materiales de cada internauta. La desigualdad en este sentido daría oportunidades –en la actualidad, por ejemplo– a aquellos individuos que logren adecuarse a las políticas dispuestas en el afrontamiento del virus. Dadas las condiciones políticas, en que los Estados se auto-despojan de su responsabilidad social, no todos los integrantes de la sociedad tienes las mismas oportunidades, quedando fuera quienes se encuentran situados abajo en la irrelevancia, no sólo