Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

324 empujado a creerse independiente de los demás, en una atmósfera que dice que somos todos diferentes. Dicho esto, es interesante tener esta perspectiva en cuenta, cuando en la ventana histórica de la revuelta de 2019 en Chile, existieron atropellos a los derechos humanos y pese a la posibilidad de un cambio constitucional para el país, la dirección y las dinámicas de producción y consumo no han postergado el neoliberalismo, desde un capitalismo cognitivo. Este último concepto, alude a que el capital ha cambiado y ahora la fuerza productiva no es un recurso privatizable, sino que corresponde actualmente a los saberes humanos (Gorz en Gascón, 2008). El capitalismo cognitivo pone a la venta la creatividad de las personas, como una forma de sostenibilidad de la modernidad desde la peculiaridad. Deleuze (2011), por su parte, ya venía exponiendo que las grandes instituciones disciplinarias de Foucault irían quedando atrás. Como él mismo expone, ¿por qué seguir disciplinando desde la fábrica, el hospital o la escuela, cuando estos se pueden trasladar a domicilio? Hay un movimiento hacia una sociedad que el francés denomina de control . Sociedades que empiezan a prescindir de la reclusión y se abren cada vez más sobre sí mismas, dejando al poder fluir de manera invisible y sonriente. Lo que queda claro, más allá de las particularidades de nuestro escenario, es que la sociedad disciplinaria que Foucault avizoraba parece haber cambiado. La forma de control de la población biopolítica, entonces, también ha mutado. En ese sentido es que Han (2018) ha formulado la idea de la “Sociedad de Rendimiento”, donde el neoliberalismo ha penetrado tanto en el sujeto que, este pasa a ser su propio dispositivo de control y hace de sí mismo, su propia empresa. La sociedad actual es una sociedad del rendimiento, que avanza hacia una especie de auto-inmolación en el trabajo por parte del

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