Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

31 La realidad comunitaria en América latina es un campo poco explorado que debemos diagnosticar y conocer. Por un lado, debido a que las visiones que tenemos sobre las comunidades son externas, digamos eurocéntricas, lo que significa que son interesadas, es decir, se las observa desde la utilidad que pueden prestar a la empresa de la colonización, y luego a la explotación capitalista. O, por otro lado, se definen las comunidades desde el Estado, como objeto de políticas sociales, por tanto, se diagnóstica a las comunidades como pobres y sin articulación con el sistema económico, por tanto, se desarrollan objetivos que apuntan a su inserción en la dinámica del mercado y su capacitación consiste en la adquisición de competencias para entrar a ese juego. Por ello, tratando de alejarnos y escabullirnos de esas definiciones que atrapan nuestro enfoque de la realidad, es que necesitamos hacer un giro y mirar las cosas desde otro punto de vista, tal vez desde una dimensión aún desconocida, pero expresado más académicamente podría referirse desde otro paradigma y, desde allí, puestos en el lugar de la parte de las comunidades y no del sistema establecido, es que empezamos a descubrir otros mundos que definen su presencia actual. Por ejemplo, a continuación, podríamos decir lo siguiente. Hay espacios en Latinoamérica, en el cual el sistema occidental no influye con precisión en todas las comunidades, dejando territorios libres o no suficientemente controlados, ya sea porque el sistema está instalado de manera distorsionada, ya sea porque hay una oposición a su presencia o, también porque las condiciones geográficas lo impiden. Así entre muchas razones, es que existen expresiones comunitarias que tienen elementos propios o resabios importantes de su vida cultural previa, o que, pese a las modificaciones, todavía se contempla su impronta en un porcentaje significativo.

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