Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

313 este espacio de nuda vida, aquel que permite la administración de la vida y muerte por parte del soberano. Así, mediante este proceso, se crea la nuda vida, que luego puede ser administrada por el gobierno y, por tanto, el Estado de Excepción es el "mecanismo por el cual la vida es excluida y apresada por el orden jurídico”. De hecho, lo decisivo del poder soberano es la producción de nuda vida como elemento político original (Benente, 2019), lo que conlleva a una indiferenciación que permite implementar el uso sistemático de la fuerza desmedida como forma de control de masas. En la misma línea, Agamben concluye que eventualmente, el Estado de Excepción deja de justificarse por un peligro específico, real y "excepcional", y se mantiene vigente en toda situación, permitiendo que el Estado administre la vida permanentemente (Benente, 2019), o en otras palabras la administración de un proyecto político dominante, suspendiendo los derechos de la población y, controlando sus implicancias sobre la vida y la muerte. Considerando lo anterior, es fácil imaginar cómo la declaración del Estado de Excepción en Chile no solo ha sido usada para declarar toques de queda, medidas sanitarias, prohibiciones de reunión, de movimiento, durante el estallido social, sino que también para justificar acciones contra la vida y la integridad de los ciudadanos empobreciendo de manera dramática la capacidad del gobierno para generar una estabilidad política en ausencia de este mecanismo, dada la fuerte crisis de legitimidad de instituciones y autoridades que se profundizó durante este periodo. En este contexto, la Pandemia COVID-19 en marzo del 2020 instala un nuevo Estado de Excepción que permite nuevamente la restricción de los derechos fundamentales, el derecho a reunión, la requisición de bienes, limitación al ejercicio de la propiedad con la finalidad de restablecer la normalidad sanitaria en Chile.

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