Comunidad y América Latina: avances decolonizadores
310 cifras de contagio y fallecimientos en ascenso. La Organización Mundial de Salud, finalmente declara al COVID 19 una Pandemia, en un escenario nacional de crisis institucional y sanitaria causada por la sistemática privatización de la salud y precarización del Estado. Ahora bien, paradójicamente para los gobernantes de Chile, el COVID-19 se transformó en un verdadero balde de agua fría en contra el estado de agitación social en el cual se encontraba el país, por lo que el segundo trimestre del 2020 estuvo marcado por un retroceso en el movimiento social, logrado no por la fuerza pública y los militares, sino por la imposición del virus y el escenario del miedo ante la muerte por posible contagio de la enfermedad. Así, la energía volcánica del estallido social se fue consumiendo lentamente hasta dejar al país vacío de movilización y, por otro lado, dando una milagrosa oportunidad a la elite gobernante de recuperación del poder perdido. El Estado de Excepción El Estado corresponde a la condensación de relaciones sociales de poder, de dominio, las cuales condicionan la sociedad e involucran a las comunidades. Para Osorio (2014) en las sociedades existen muchas formas de poder, por ejemplo: padre/hijo, hombre/mujer, confesor/penitente; medico/paciente; profesor/alumnos, clases dominantes/clases dominadas. En todos estos territorios existe poder político, entendido como la capacidad de ciertas clases de organizar la vida de acuerdo con sus intereses y proyectos, rechazando o limitando así los proyectos e intereses de otras clases (Osorio, 2014). Por tanto, la expresión del poder político se ve en distintos ámbitos de la vida, como la gestión de las crisis sociales, la gestión de la salud y también la gestión de la vida en el ciberespacio.
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