Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

253 de la experimentación de las condiciones —independientes de su voluntad y relativas a su rol en la producción— en que se encuentra un determinado grupo de individuos emerge una disposición a actuar como clase, la cual haría posible la identificación de los propios intereses de clase y, en efecto, una acción acorde a ella. En los términos en que he venido planteando el asunto, tanto la existencia como el reconocimiento de tradiciones, sistemas de valores y experiencias comunes operan como causas necesarias de la formación de las comunidades en lucha. Una alternativa para la comprensión del panorama latinoamericano Obviando los detalles, para arribar a la propuesta teórica central he presentado la siguiente sucesión lógica de afirmaciones: la producción de la vida material como hecho fundamental de la vida humana; la manera de producir la vida material, el modo de producción, como determinante del carácter de la vida humana; la existencia de contradicciones en el seno de la producción que explicarían la dinámica histórica; la necesidad de seres humanos que encarnen y movilicen esas contradicciones o, en otras palabras, la lucha de clases como motor de la historia; la lucha de clases como determinante del carácter de la vida humana; el grado de desarrollo de las clases determina el carácter de la lucha de clases; las clases con procesos de formación de clase desarrollados son comunidades en lucha. Y, sobre la definición de las clases con procesos de formación desarrollados como comunidades en lucha he expuesto que: las comunidades en lucha son comunidades para la lucha en tanto se vinculan en función de la lucha (el reconocimiento de un antagonista contra el que luchar); las comunidades en lucha son comunidades por la lucha en tanto la lucha es su condición de posibilidad; la comunidad es un momento de la lucha de clases; la comunidad es un determinante histórico; la formación de la comunidad y el estancamiento o regresión de este proceso son tendencias