Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

215 conjunto son un todo que conforma y define este proyecto modernizador democrático, que se superpone en los años 50 al proyecto previo centrado en el progreso. La crítica que podemos hacer a este segundo proyecto modernizador instalado en América Latina es que mantiene la modernidad, aunque la mejora, pero sigue la misma senda. Considerando principalmente el tema económico como objetivo principal, el bienestar de la población en la dirección de resolver sus necesidades básicas, promover el trabajo masivo bajo lógicas modernas, como una variable fundamental en la dinamización de la economía, y luego la incorporación de la población de manera más amplia a la administración gubernamental bajo la forma de más democracia, pero desde la representatividad. La crítica principal es que la lógica no es la validación de otras culturas (Walsh, 2008) y otras formas de vida, paradigma potentes y presente en el continente, que no se consideran y que más bien se cambia por privilegia el “chip” ya establecido de construir en América Latina como una sociedad capitalista, en la lógica de la modernidad, lo que significa hacer nuestra no sólo un tipo de economía sino un paradigma cultural, casarnos con el paradigma occidental, aceptar atraparnos en una única forma de vivir. El Proyecto Neoliberal Dentro de la lógica de las elite latinoamericanas (Harvey, 2007; Millones, 2013), podemos observar una continuidad de proyectos que inician con el proyecto del progreso ensamblado con la instalación de la república, pero progreso atado principalmente a la producción de materias primas, controlado por la clase social oligárquica, retrograda y conservadora, heredera de la atmósfera colonial; luego dicha lógica es observada como un atraso por el mundo liberal, herederos de lo anterior pero renovados, actualizados en los cambios del mundo, quienes ponen el foco en la ciencia, la tecnología y en la modernización de la economía, vale decir en la

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