Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

178 culturales, los cuales refieren al encuadre, la matriz de cómo cada una de dichas culturas ve el mundo. Esto valida lo grupal, lo colectivo, quiere decir que son las sociedades las que se deben ponerse de acuerdo, es el entramado grueso y denso que posee cada cultura. Y ello, pone en el tapete un aspecto esencial, los derechos colectivos. Al respecto, lo que existe actualmente en la ley internacional es la aprobación de los derechos humanos, pero individuales. Pero, aquí lo que interesa son los derechos colectivos, es decir, que frente a un tema, un dilema, un conflicto de tierra por ejemplo, los derechos colectivos son los que plantean con más propiedad lo que es útil para la cultura. Lo individual tiene una importancia parcial, no alcanza a resolver la inquietud grupal. Así mismo cómo lo colectivo, no se produce solo, sino que se lleva a cabo a través de las personas y los individuos. Ello nos lleva a un tercer punto, la conversación entre epistemologías, es decir, una conversación sobre la forma en que cada cultura produce el conocimiento. Donde la idea principal no es poner la ciencia como la forma o la única manera de producir conocimientos, sino que existen muchas otras formas de hacerlo y se trata de aceptar que cada cultura tiene su propia epistemología. Así el diálogo permite realizar intercambio y enriquecimiento mutuo, de forma de concordar que distintos conocimientos contribuyen a mejores verdades. Ahora, otros elementos presentes en la interculturalidad, refiere a que, puestos en el plano de una comunicación entre dos culturas, cabe la pregunta sobre el idioma en que se produce o producirá. Será un idioma universal como el español, el inglés, el francés u otros (Levinas, 1993). Allí hay un serio problema, pues una cultura puede plantear que la comunicación sea en aymara o en mapudungun y porque no. Precisamente las dificultades de usar un solo idioma es que las palabras que lo constituyen traen consigo un universo de