Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

172 llevadas a cabo por la iglesia, distintas iglesias, particularmente las norteamericanas. Entonces, teníamos una especie de curas obreros haciendo una labor humanitaria, en una población marginal que se encontraba fuera del alcance de la modernidad y que podía constituirse un aporte al desarrollo. He allí el escenario, el cual era aparentemente limpio, humano, lógico, loable. No obstante, el paradigma oculto era otro, el cual principalmente apuntaba a inculcar la idea de nación, incentivar la migración hacia la ciudad y que la población pase a conformar el contingente de obreros y trabajadores de gran necesidad de la industria naciente en Latinoamérica y así sostener el proyecto modernizador instalado luego de las independencias. Por otro lado, el objetivo propio de las iglesias también era y, tal vez este era el más importante, adoctrinar dentro de la perspectiva cristiana, luterana o anglicana, dependiendo de la iglesia a cargo, para junto con saber a leer, se trataba de saber leer la biblia y, a partir de allí generar un derrumbe y el etnocidio de todo el paradigma de la civilización indígena y local presente, acusándola de ser culturas invadidas por la hechicería, con creencia en dioses paganos asociados a los animales y las plantas. Luego, un segundo aspecto en esta metodología de la acción comunitaria crítica es el avance en la construcción de un proyecto propio. Lo cual puede tener variadas perspectivas a seguir. Por un lado, se trata de rescatar precisamente la cultura propia, que consiste en hacer un trabajo con la memoria, es decir volver a sacar del entierro las interpretaciones de mundo, muchas veces milenarias desarrolladas de generación en generación por la comunidad. Estas culturas alojan en su interior todo un paradigma, una epistemología, objetivos sociales, todos aspectos que son una visión global de la vida, del espacio, del tiempo, del trabajo, de las relaciones sociales, del poder, de la relación con la naturaleza, etc.