Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

165 demostrando el carácter conservador y retrogrado de la elite que ha reprimido durante mucho tiempo esas verdades y que ha hecho todo lo posible por distorsionarlas, desmerecerlas, negarlas o invisibilizarlas. Un ejemplo es el movimiento indígena (Figueroa, 2008) que explota en la década de los 90, el cual incluye al Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México (Grosfoguel, 2007), en el año 1994, el cual, junto a un movimiento latinoamericano, expresa ideas que golpean la sociedad establecida, con reivindicaciones a esa altura del siglo XX, no sólo de tierras sino de liberación social que apunta a temas más complejos como son el autogobierno, la autonomía y la autodeterminación. El movimiento de migrantes, es otro caso histórico, el cual implica el traslado de grandes volúmenes de población de un país a otro, particularmente desde países más pobres a más ricos, ha generado reivindicaciones culturales relevantes en los países de destino (países industrializados), especialmente en aquellas migraciones hacia EEUU, fruto de la primera y segunda guerra mundiales, las cuales llevó a muchos europeos a radicarse en otras partes del mundo, pero luego a instalar en esos países sus modos de vidas originales, lo mismo ha ocurrido posteriormente con las migraciones desde Latinoamérica, desde África, desde Asia con la valorización o más bien la reivindicación de la valorización de sus culturas de origen en los países de destino. Tanto es así que, en Canadá, dada la migración, autores como Kymlicka (1996), Taylor (1993), Raws (1993) y otros, comienzan a plantear la idea de la multiculturalidad. Señalando que los tiempos han cambiado y que la idea de una república desarrollada bajo una cultura homogénea ya no es posible, en tanto esa idea de igualdad cultural es más bien un sistema de exterminio cultural (etnocidio) de otros grupos que no congenian con la cultura moderna y republicana. Por lo mismo el planteamiento reactivo frente a las protestas de los