Comunidad y América Latina: avances decolonizadores
135 pregunta problematizadora . Es en este punto en que posiciono desde una perspectiva crítica a no naturalizar e instrumentalizar la acción pedagógica, sino más bien a interrogarla y proponer nuevos modos de acción centrada en el sujeto que goza de un acontecer, que aquí entendido es el que se va haciendo, y con otros. De igual modo es preciso considerar el valor de que no somos únicos, y que nuestra condición humana implica el intercambio significativo con otros. Su proceso es amplio y complejo porque es humano, y desde ahí se debe posicionar y construir nuestro actuar. El espacio y tiempo compartido será nuestra experiencia porque reconociéndonos sujetos en esa dinamicidad, y en tanto diversos y hacedores estaremos en apertura al aprender. Reconocer que hay un diverso impulso de crear y recrear los espacios hace que la pedagogía esté llena de significado y de acción política en la búsqueda de trascender la realidad y potenciarla; como señala Zemelman (2012), “que la realidad reviste, por una parte, el carácter de ser una articulación abierta y dinámica, pero, además, porque es posible de ser potenciada mediante la práctica” (p. 142). Experiencia del aprender Al rescatar la experiencia, relevamos lo que acontece en el cotidiano; la experiencia será el conocimiento que nos deja la vivencia; lo que se va viviendo en cada espacio y tiempo se hace experiencia. Por ende, se piensa en el sujeto que vivencia. En este aspecto, lo que pretendemos es la valoración a la presencia del sujeto, a contrapelo de toda “ausencia de sujeto” que pueda estar dominando la esfera de la educación y la cultura. Es esta posibilidad o realidad de ausencia la que nos interpela, la que moviliza y en este sentido, y como señala Zemelman, se sitúa desde la subjetividad, vínculo principal con la educación y es la referencia a la “recuperación del sujeto como un sujeto erguido, es decir, un sujeto constructor” (Rivas, 2005, p. 120).
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