Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

132 Freire sigue siendo y entendido hoy un acto de legitimidad revolucionaria, que hace que quienes estamos en la vereda de la acción colectiva y en educación comunitaria nos interpele en los modos en que nos implicamos en aprender-nos y en los modos en que colectivizamos el conocimiento con la comunidad, la problematizamos, la comprendemos, para de este análisis situarla con sentido en toda su extensión y sensibilidad. Lo sensible es reconocer los vínculos generadores de subjetividad, de autonomía, de creación; es conocer las formas en cómo estamos sentipensando (Fals Borda, 2009) la acción comunitaria, en mixturas de la razón, pasión y cuerpo. En estas relaciones la pedagogía critica nos permitirá generar prácticas capaces de reconocer y concebir la generación de conocimiento como un proceso lúdico, con aperturas creativas y diversas, en proceso dialéctico, con capacidad para enfrentar la incertidumbre, y derribar dinámicas, avasalladoras y dominantes; y al mismo tiempo, legitimar nuevas creaciones de espacios instituyentes como vehículos de aprendizaje y contra hegemónicos. Escenario pedagógico El acto pedagógico es múltiple y se puede dar en todo lugar. Este relevamiento y presencia de multiformas de la pedagogía lleva a concebir el escenario como momento, lugar, espacio y de ahí todas sus variantes donde acontece algo. Es decir, desde esta perspectiva podemos decir que escenario es ese momento, ese lugar de una acción de reconocimiento y valoración del pensamiento, de las interacciones, del anunciamiento, no restringido a un proceso de enseñanza y aprendizaje, sino a una experiencia del saber. Por tanto, el escenario pedagógico es también acontecimiento, tomando las palabras de Deleuze (2002), es ese entre, el entrecruzamiento en que irrumpe algo y se despliega la diferencia; en tanto lugar de acción, y aquí, situándolo desde la educación, resulta ser un marco para abrir la posibilidad de todo nuevo conocimiento.

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