Comunidad y América Latina: avances decolonizadores
115 Por tanto, la verdadera población, la verdadera comunidad en dicha población y territorio va mucho más allá de las fronteras y límites impuesto por estos países. Pero, su identidad y localización territorial no ha sido respetada. De modo que eso explica la pobreza y la vulnerabilidad de estas poblaciones rurales, el corte administrativo trunca los vínculos y las alianzas, rompe su control del territorio y derrumba sus posibilidades productivas. La Pobreza, en este caso no es determinada por incapacidad de la población local sino, por la destrucción comunitaria del capital social de la población por parte de los límites fronterizos puestos por Chile, Perú y Bolivia. El respeto por el territorio, en cuanto a una libre circulación, requiere el respeto por el valor de la comunidad. Las comunidades tienen derecho a su autodeterminación y a un autogobierno, esto en cuanto disponen de una cultura que no necesariamente comulga con los estilos de vida urbanos. Y que por ser campesinos no se puede plantear no tomarlos en cuenta. Tienen derecho a ser valorados como cualquiera. En esa línea hay una cultura detrás de las comunidades campesinas e indígenas y, ello implica toda una forma de vivir y de mirar la realidad, la cultura es una visión de mundo, que articula todos los procesos sociales. Pero más que eso, es una guía para la sobrevivencia de la misma comunidad. Arrebatar esa cultura es un etnocidio, que lleva a sus integrantes a la desorientación y a la pobreza. Algunos elementos de acción comunitaria rural Dentro de los elementos más destacados se encuentra el planteamiento del buen vivir (Choquehuanca, 2010; Farah y Vasapollo, 2011), que es un enfoque de vida que viene del mundo indígena y que luego, Bolivia y Ecuador lo pusieran sobre el tapete a propósito de su inclusión en planes de desarrollo a nivel nacional,
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