Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

111 industrial, que sirvieron de imán para atraer a la población rural hacia esos espacios con oferta de trabajo y que ofrecía engañosamente solución a problemas de vivienda, de salud y de educación, que eran temas no resueltos en el campo. También hay migraciones promocionadas por el Estado, a través del incentivo de políticas migratorias de precisamente población pobre de las ciudades hacia el campo. Fue una forma de fortalecer la urbanización de esas zonas rurales aun no domesticadas y con el propósito de aumentar su productividad en función de la demanda de la modernidad como la carne de soya, fruta, cereales, las castañas, etc. Tal fue el caso de políticas de Brasil en la zona el Acre, en el Estado de Brasilia, zona de selva; migración incentivada para abrir campo a la ganadería (Aramburu, 1980; El Mundo, 2012). Hoy en día hay migraciones recientes hacia países desarrollados como EEUU, Europa, o países con mejor situación en América Latina como Chile, Argentina, Uruguay, Brasil. Estos movimientos son producto de problemas sociales en los países de origen: pobreza, falta de trabajo, crisis bélicas, dictaduras y regímenes autoritarios, a lo cual hay que agregar la corrupción y el narcotráfico, destacando los desplazados en la zona de guerrilla en Colombia. El caso más emblemático con el cual nos encontramos en octubre del año 2018, que sintetiza la explicación de las migraciones en la última década en América Latina, es la marcha miles de personas desde Honduras y el Salvador (BBC Noticias, 2018), campesinos, pobres, familias completas, que decidieron caminar cientos de kilómetros, para pasar desde Guatemala a México y así llegar a los EEUU. Con una reacción habitual del ex presidente norteamericano Donald Trump, que niega la entrada a ese país, no sólo reforzando el criticado muro en la frontera mexicana, sino incluso mediante amenazas de usar la fuerza militar.

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