Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

109 sindicando a lo rural como el territorio del no progreso, de lo desechable. No obstante, no nos olvidemos que esta construcción de lo rural, no es para destruirlo, sino para domesticarlo, para conformarlo fundamentalmente como un espacio útil y al servicio del espacio urbano. Está construido con ciertas capacidades vinculadas a la producción de materias primas, pero absolutamente devaluado en el ámbito de las decisiones propias, devaluado para influir en lo urbano y, condicionado más bien a obedecer lo que le depara lo urbano. Consecuencias: La Migración Sin duda, la población o las comunidades que habitan lo rural se ven dañadas por la conceptualización que se hace de ellas y al mismo tiempo por la violencia que se ejerce sobre sus poblaciones y sus territorios, en tanto son marginados, usurpados y, es necesario decirlo también, eliminados. Igualmente, su capacidad productiva orientada a la subsistencia, de carácter familiar, local, se ve pasada a llevar, arrasada con la imposición de una agricultura moderna basada en las plantaciones a gran escala, para una suerte de comercialización a nivel de todo el país o a nivel internacional. Dentro de este contexto las comunidades se repliegan en los posibles rincones del campo, evaden la modernidad, peregrinando hacia zonas menos impactadas e incluso escapando hacia la montaña o la selva, si el territorio lo permite. No obstante, el grueso de la población rural debe migrar hacia zonas con mayor acceso laboral, obligados por la modernidad o simplemente permanecer y adaptarse a la oferta local que en muchas circunstancias adquiere un carácter de semi-esclavitud. Entonces, a modo de sintetizar estas consecuencias nos remitiremos principalmente al tema de la migración.

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