Comunidad y América Latina: avances decolonizadores

107 trabajaba; todo ello es categorizado como actos de memoria pertenecientes a un pasado caducado. Lo rural como espacio de la superstición El conocimiento y sus métodos de producción de información, están asociados a la investigación científica. A su vez la investigación científica está vinculada a lo urbano, este último es el lugar que se define como el espacio donde se decide que se investiga y porque, además, es el principal beneficiado con los productos del conocimiento. La ciencia genera la tecnología, es la que permite facilitar la vida del ser humano y al mismo tiempo aumenta su alcance y su potencial hacia el futuro. De modo que, desde esa apreciación se considera que lo más avanzado se encuentra en lo urbano, lo que hace a lo urbano el lugar de mayor progreso y por tanto un lugar superior. Este hecho consolida la jerarquía de poner lo urbano en la cima y lo rural en los niveles inferiores. Pero, por otro lado, el corolario es que la ciencia y su manera de obtener conocimiento, pone a aquellas sociedades y culturas humanas que generan conocimiento bajo otras fórmulas y otros procedimientos en un plano inferior. Lo que es la religión, la sabiduría popular, la experiencia, el conocimiento shamánico, el conocimiento ancestral, etc., son procesos de conocimientos invalidados. Igualmente ocurre con sus formas de guardar ese conocimiento asociado al lenguaje oral, a su trasmisión de generación en generación, localizado en los cuentos, las metáforas y las historias populares, presente en la música, la danza y la sabiduría del cuerpo, guardado por los ancianos, los sacerdotes y los curanderos. Todo ello es interpretado como un conocimiento de menor valía. La ciencia y sus defensores, insertos en la cultura hegemónica occidental, señalan que el único conocimiento válido es el producido por el procedimiento científico y que otros conocimientos no son

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