Estudios y reflexiones desde entornos latinoamericanos

88 sepa lo que sucede y lo que debe hacer. Así, como emisor, el consultante busca propiciar una determinación en la mente del mediador como intérprete y el mediador persigue lo mismo, pero inversamente. Ambos fungen como interpretantes intencionales en los que se generan expectativas con intenciones distintas. A su vez, se vuelven interpretantes efectivos en ambas partes como emergencias de sentido. En cada parte del proceso de la consulta, en la relación entre consultante y mediador, nuevas expectativas y nuevas emergencias de sentido se generan. Incluso, en todo momento se están rompiendo y ramificando, situación que produce más expectativas y sentidos — los cuales, se podría decir, son la combustión del motor abductivo generado por los interpretantes — . Por tanto, cuando las mentes del mediador y consultante se fusionan, esta primera parte del ritual amarre — como signo de un primer proceso de semiosis — cumple su función, haciendo al mediador y consultante interpretantes comunicativos que han llegado a un acuerdo para entender lo mismo (véase figura 14).

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