Estudios y reflexiones desde entornos latinoamericanos

80 para analizar sus interpretantes. Por tanto, únicamente se analizan los cuadros actanciales de las figuras 2 y 3. A partir de lo anteriormente expuesto, se realizaron los análisis de los triángulos actanciales del Consultante y el Mediador, porque ayudan a identificar los conceptos subyacentes a las acciones/comportamientos y están dirigidos a identificar los niveles activo, psicológico e ideológico. Ahora bien, el análisis de los triángulos actanciales sólo cobra sentido en la relación Sujeto-Objeto-Ayudante de la figura 2, porque la narrativa está basada en el discurso dicho principalmente por el mediador. En consecuencia, no es posible analizar los triángulos actanciales de la relación Sujeto-Objeto-Oponente porque el oponente es desconocido hasta ese momento por el Consultante, quien no sabe a qué se enfrenta ni qué acciones tomar al respecto, sino que lo conoce porque el mediador se lo muestra. En la figura 6, se muestra el triángulo activo del Consultante, en el que el Ayudante establece una relación con el Sujeto y no directamente con el Objeto, ya que éste es un supuesto hipotético. Además, con base en las reglas de la creencia, santería, si el amarrado entra en contacto con el mediador o el ritual, no habrá efecto alguno e incluso puede ser contraproducente para el consultante, dado que las entidades metafísicas exigen una ofrenda para cumplir el ritual. Si éstos cumplen con su parte, pero el consultante no — de cualquier forma — las entidades exigirán un pago . A su vez, el triángulo psicológico evidencia que la motivación del sujeto no es resultado de una trivialidad, por el simple hecho de querer tener ese objeto, sino que está en función de motivaciones socio históricas que lo enmarcan (Ubersfeld, 1993, p. 62). En el ritual en estudio, el concepto de amor que propicia realizar un amarre, proviene de la idea de que la estabilidad existencial sólo se obtiene al tener una pareja (véase figura 7). Bajo esta idea, la