Estudios y reflexiones desde entornos latinoamericanos

59 duros como los blandos, funcionan como contextos para la textualidad de nuestra subjetividad, ¿a través de qué materialidad semiótica se expresan y comunican? Visualidad, paisaje urbano y subjetividad Suele concebirse a las ciudades como un conjunto de estructuras volumétricas que ocupan un espacio y delimitan rutas de traslado, cuya distribución ordena la vida de grupos poblacionales amplios (no solamente desde una perspectiva física, sino también económica, política, social y cultural). Es decir, se asume que la ciudad es el resultado de una configuración arquitectónica y urbanística, y por lo tanto, su fenomenología es la de un constructo espacial. Esta es una apreciación correcta, pero parcial, porque habitualmente se olvida que la percepción de estos volúmenes y espacios de pasaje es visual. La ciudad es una ocurrencia espacial, pero se expresa, comunica y percibe visualmente. El diseño arquitectónico y urbanístico es también diseño visual, y por lo tanto no puede hablarse de espacialidad sin considerar la visualidad (Brea, 2005; Mirzoeff, 2003) Se entiende por visualidad a un conjunto de condiciones de percepción visual que regulan lo que vemos y lo que no vemos, así como su interpretación. La visualidad no es precisamente un código, sino que es más bien un horizonte de productividad que hace uso (y genera) códigos visuales. La puesta en acción de estos códigos gesta de forma continua textos visuales que son acogidos en tramas transtextuales que Nicholas Mirzoeff (2003) ha llamado cultura visual. Aquellos códigos que han sido normalizados en una sociedad en un momento históricamente dado han recibido el nombre de regímenes escópicos (Brea, 2007). Estas normativas promueven tipologías de lo visible y lo invisible. En el primer caso, estamos frente a las imágenes sancionadas como deseables (a veces están incluso naturalizadas), y en el segundo caso, estamos frente a todo aquello que sabemos que existe, pero que no podemos o no queremos ver (suelen ser las imágenes más seductoras). Las ciudades hacen pleno uso de los regímenes escópicos (no podrían no hacerlo), y por lo tanto, se constituyen como ecosistemas visuales. La señalética urbana indica los límites de los territorios en la ciudad; la arquitectura y el urbanismo proponen imágenes de vidrio, metal, y cemento, salpicados de nódulos verdes (en aquellas ciudades lo suficientemente afortunadas para respirar por sí mismas, a través de parques, jardines y arbolado público); y el arte urbano evidencia el carácter de escenario de la

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