Estudios y reflexiones desde entornos latinoamericanos
57 urbano, somos parte de lo mismo (los habitantes de la ciudad), y también somos otro (constituido por nuestra pertenencia a una identidad territorial, barrial o familiar). Este sí mismo y ese otro, colectivos e individuales a la vez, se definen mutuamente en base a un dialogismo (Bajtin, 1985) permanente, que produce la experiencia de subjetividad. El dialogismo implica un hacer compartido. Yo me defino por diferencia y coincidencia con otro, lo cual resulta crucial para mi identidad. En ese sentido, mi sí mismo porta consigo al otro, por ausencia. Una ausencia sin la cual no puede emerger mi presencia. En otros términos, podemos decir que el sí mismo es un texto (Lotman, 1996) construido colectivamente en espacios de intercambio sígnico. La subjetividad es el resultado de una acción textual donde la identidad se imanta de referencias, de emociones y de sensibilidad. Por lo tanto, la subjetividad es una semiosis producto de un hacer (yo hago), que a su vez, se define como lo hecho (yo soy). Producto producido, la subjetividad es posible por el encuentro dialógico entre identidades, y al mismo tiempo, es el proceso significante que hace posible el diálogo. Es decir, la subjetividad es siempre, e inevitablemente, intersubjetividad. La subjetividad en tanto semiosis implica acciones semióticas previas y concomitantes. La identidad, el temperamento y la sensibilidad del sujeto definen un punto de vista desde el cual éste se relaciona con el mundo y sus ocurrencias (el otro, lo otro). Por ello, podemos decir que la subjetividad supone un punto de vista, pero al mismo tiempo, lo produce activamente. La subjetividad es una matriz de percepción (cultural) y un horizonte de interpretación que se define como punto de vista y se expresa en textos ofrecidos al otro. Desde la perspectiva de la semiótica textual (Lotman, 1996), la subjetividad toma la forma de sujeto del enunciado -nos referimos al sujeto textual y no al sujeto empírico que produce el texto (Martins de Souza, 2018). Entendida de esta manera, la subjetividad es propiedad de todo texto al cual le reconocemos un autor (enunciativo). La acción significante de la subjetividad configura haceres materiales, sociales y culturales que utilizan como escenario privilegiado a los entornos urbanos. La ciudad es un ecosistema de prácticas, llevadas a cabo por subjetividades que regulan la materialidad física (el derecho de propiedad de sujetos individuales o institucionales), las normativas sociales (el respeto a las regulaciones las justifica y reafirma), y los sentidos validados históricamente (la cultura). El entramado más o menos coherente de estas tres dimensiones de la práctica urbana (la material, la social y la cultural) definen una forma de vida sancionada como deseable y conforme a las leyes (más a las sociales y culturales, que a las jurídicas), que se promueve
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