Estudios y reflexiones desde entornos latinoamericanos
40 entendido así y, lejos de combatir la idea de la dramaturgia, habría que repensar cómo ha sido entendida y, luego, qué es lo que verdaderamente se ha tratado de derrocar en la modernidad y posmodernidad (diríamos una idea de dramaturgia y no la dramaturgia en sí), puesto que la construcción dramática no implica un texto que se escribe para ser leído, sino un texto que debe encarnarse y ser articulado en la acción escénica. Una estética de lo performativo dice relación con la necesidad de articular una visión analítica sobre el concepto de realización escénica, una lógica que tiene filiación con los estudios teatrales fundados en la Alemania de principios del siglo XX que permitieron desarrollar un campo de estudios propiamente teatrales, no dependiendo así esta disciplina de los estudios literarios. Es posible que en virtud de la necesidad de generar un espacio independiente entre los estudios literarios y los teatrales, la diferenciación se hiciera extrema, tal como evidencia Max Hermann, quién propone que el texto dramático y el teatro le parecen contrarios “ La evidencia de tal oposición es clara: el texto es la creación lingüístico artística de una sola persona, el teatro es un logro del público y de quienes están a su servicio ” (Hermann, 1941, como se citó en Fischer-Lichte, 2004, p. 61) esta posición me parece comprensible al fragor de una lucha política: Hermann busca la legitimación de un tipo de estudios que tengan herramientas, conceptos y un objeto propio, es decir, los estudios teatrales, sin embargo, creo que es errada, al menos hasta cierto punto y volveré sobre ello; es necesario recordar nuevamente que, su propuesta, se enmarca en una contingencia. En este sentido, es justo decir que Kayser (1954), por ejemplo, aún caracteriza al drama de acción como una forma posible entre otras diversas, a saber: el drama de personaje o el de espacio, pero – en realidad – pierde de vista que las subcategorías que menciona se solventan sobre un mundo semiotizado donde predominan ciertos tópicos que dan una suerte de color o paisaje a las acciones que, irremediablemente, son el sustento de lo teatral y del drama, incluso como él lo entiende, es decir, como literatura. Este puede ser uno de los problemas centrales y es que, a partir de la modernidad, concretamente desde el siglo XVIII y con un auge en el siglo XIX (y a veces hasta hoy día) el teatro se consideró como literatura, con una primacía del texto o, por lo menos, con una dicotomía entre texto dramático y puesta en escena, dicotomía que, por lo demás, me parece forzada. En realidad, un texto dramático es una parte de la puesta en escena, la distinción texto- dramático/texto-performativo es simplemente una distinción que sirve para diferenciar, en algunos casos, dos aspectos diacrónicos del fenómeno teatral, íntimamente ligados y donde ni
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