Estudios y reflexiones desde entornos latinoamericanos

14 como un sistema de relaciones y de modelizaciones dentro del sistema más vasto que constituye una semiosfera, un espacio social complejo. Cuando hablamos de relaciones dentro de un sistema hablamos de su constitución territorial -concreta y simbólica-, de sus mecanismos de información, de sus conexiones con la memoria, de sus formas de comunicación, de circulación y de legitimación de los sentidos. En esta perspectiva el miedo, no es solo un sentimiento personal -yo tengo miedo a.... (las brujas, los monstruos, los marcianos, los muertos vivos, los muertos muertos, la chancleta de mi mamá, la maestra de matemáticas) - sino un problema social que atraviesa grupos y clases de diferente manera ya que la moral, las tradiciones, los imaginarios, las prácticas son distintos entre los grupos y las clases sociales basados en experiencias de vida comunitaria también diferentes. El miedo conecta con imaginarios y hábitos afectivos de raigambre histórica. Al respecto, Cristina Peñamarin (2016) dice que “ la reacción emocional primera como el asco o el miedo, es impensada pero no independiente de la cultura y de las experiencias en que se forman nuestra sensibilidad y nuestros hábitos emocionales ” (p. 51). Yo creo que la semiótica, en tanto saber acerca de los modos en que una cultura construye sentidos, puede aportarnos una mirada interesante ya que el miedo atraviesa la constitución de las sociedades porque, como ya hemos dicho, no es solo individual sino que se asume como una práctica social y cultural sustentada en experiencias históricas. En nuestra perspectiva, se trata de trascender la pregunta qué es el miedo y más bien interrogar qué hace el miedo: el eje está puesto en el sistema de relaciones dentro de una semiosfera, relaciones entre el adentro y el afuera de sus propias fronteras, relaciones entre nosotros y nosotros, y nosotros y los otros. Fue justamente Iuri Lotman, como teórico de la cultura, uno de los primeros en pensar el miedo como construcción cultural. En su estudio Caza de brujas. La semiótica del miedo (2008) reflexiona acerca de cómo se construyó en la Edad Media el temor a las brujas, lo cual creó una paranoia colectiva de delación, traiciones y oportunismos, canalizados magistralmente por la Iglesia y por la Justicia. Unos vieron en las mujeres estigmatizadas como brujas una vasta conspiración contra la iglesia, otros una conspiración contra el Estado (Juana de Arco fue quemada como bruja), otros un desafío a la ciencia racional y recién nacida, otros las consideraron parte emergente de los miedos de las poblaciones incultas de aldeanos y campesinos, que veían en ellas maleficios, amenazas, orgias, poderes ocultos, en fin, toda una conjunción de creencias e imaginarios propios de sociedades que “ habían permanecido largo tiempo en el estadio mágico ” (Delumeau, 2017, p. 463).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=