Estudios y reflexiones desde entornos latinoamericanos
136 humana (Alexander, 1990; Andacht 1996a, 2008a, 2014), 42 podemos estudiar con rigor la influencia de la representación de lo real producida por la comunicación mediática en la imaginación social como matriz creativa, y también en sus productos imaginados y tangibles, las dos instancias que Castoriadis (1989b, p. 43) llama “ imaginario radical ” e “ imaginario efectivo ” , respectivamente. La articulación semiótica de ambos cuerpos teóricos debe buscarse no en las clases de signos, sino en la base fenomenológica del modelo, en el análisis de todo lo pensable y representable que Peirce denomina “ faneroscópico ” , en las tres categorías universales que surgen de estudiar el “ faneron ” 43 (CP 1.284) 44 : “ El pasaje del faneron al signo es la reducción del infinito continuo de los posibles al continuo finito de su actualización selectiva ” (De Tienne, 1996, p. 337). Con el término valencia , Peirce describe los tres componentes de la vida natural y social: lo cualitativo absoluto, incorpóreo; lo reactivo - que consiste en dos elementos confrontados, materiales -; la mediación – que involucra los otros dos, añade generalidad e interpretabilidad, y constituye el objeto privilegiado de la semiótica. En la teoría del imaginario social, encontramos la idea de insuficiencia de lo material (ej. económico) y de lo simbólico (el lenguaje), para entender esa actualización selectiva que transita desde lo fenoménico a los signos hacen viable toda sociedad: El mundo social se constituye y se articula cada vez en función de un sistema de semejantes significaciones y estas significaciones existen, una vez constituidas, en la modalidad de lo que llamamos el imaginario efectivo (o lo imaginado). Sólo con referencia a estas significaciones estamos en condiciones de entender la elección que cada sociedad hace de su simbolismo, en particular su simbolismo institucional (Castoriadis, 1989b, p. 54). Así, lo simbólico y lo material, afirma Castoriadis (1989b), presuponen la presencia del imaginario radical, definido como “ la capacidad elemental e irreductible de evocar una imagen ” (p. 43). Lo considero equiparable a las categorías de primeridad, segundidad y terceridad, que Peirce (CP 4.3) describe como “ Cualidad, Reacción y Mediación ” , respectivamente. Ellas “ forman la experiencia misma, la amasan para conferir en todo momento coloración, vivacidad y orden. ” (De Tienne, 1996, p. 337). Aunque no es difícil 42 El funcionamiento icónico es inseparable de la acción de los otros dos tipos sígnicos, el indicial y el simbólico (Ransdell 1977, 1979, 1986), en la experiencia humana. 43 Para diferenciarse de la fenomenología hegeliana, Peirce la denomina faneroscopía ; su objeto es “ la totalidad colectiva de todo lo que está de cualquier modo o sentido presente a la mente, sin importar en absoluto si corresponde o no a alguna cosa real.” (CP 1.284) 44 Para citar sus textos utilizo el formato convencional: x.xxx, que remite al volumen y al párrafo en la obra The Collected Papers of C. S. Peirce (1931-1958), ver “Referencias”.
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