Estudios y reflexiones desde entornos latinoamericanos
122 puede ser un punto de partida, puesto que esta se adquiere una vez existan los elementos para ello. El escepticismo inicial que propone el cogito cartesiano resulta, para Peirce, un mero autoengaño porque nadie, por su simple voluntad, puede desprenderse de todo un bagaje histórico y social de conocimientos e ideas que lo precede. Peirce (CP 5.265) descarta la facultad de introspección, pues implicaría aceptar que las ideas puedan surgir ex-nihilo , y sostiene que, al proponer la intuición eidética como primer conocimiento, Descartes niega cualquier tipo de mediación sígnica. De manera dualista, la razón moderna definía por primera vez al individuo, una definición que, en sentido estricto, marca sus fines y así lo recorta de lo existente. Por el contrario, Peirce llega a plantear la exterioridad misma del pensamiento, es decir, que la actividad sígnica ocurre por fuera de la conciencia individual, como una atmósfera autónoma y teleológica: tal como “ no decimos que el movimiento está en nuestro cuerpo, sino que nuestro cuerpo está en movimiento, así deberíamos decir que nosotros estamos en el pensamiento, y no que los pensamientos están en nosotros ” (CP 5.289). Peirce rechaza la idea de un conocimiento o percepción desligada de lo real, separado de los otros, en base a un principio fundamental de su edificio teórico: el sinequismo. El principio de continuidad o sinequismo consigna que no hay ruptura entre la representación y lo representado (Peirce, CP 6.102-163). El modelo lógico de la significación desarrollado por Peirce concibe al fenómeno de la representación de manera continua, triádica y procesual. Según este modelo, la generación de sentido (o semiosis) es potencialmente ilimitada en virtud del crecimiento constante de los signos a partir de la interacción entre ellos, aunque siempre orientados de acuerdo a un propósito. Cabe presentar ahora una definición de signo en clave perceana. La más conocida de las definiciones propuestas por el propio Peirce postula que “ un signo o representamen es algo que está en lugar de algo para alguien en algún respecto o capacidad ” (CP 2.228). Esta definición supone una representatividad limitada o parcial del signo, puesto que no es capaz de representar al objeto en su totalidad, sino conforme a alguno de sus atributos. Esta clase de idea que incluye las razones para que el signo refiera al designatum es lo que Peirce denomina fundamento o ground del representamen. “ El signo debe ser entendido como una suerte de emanación, por así decirlo, de su objeto ” (CP 2.230). Por consiguiente, todo signo remite a otra cosa más allá de sí misma. La presencia del signo, en representación del objeto, genera como efecto un interpretante, es
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