Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
94 – migraciones transnacionales Resultados: Prácticas en los márgenes del estado como mecanismos de inclusión y pertenencia Intermediarios y mercado negro De acuerdo a las políticas migratorias vigentes en el 2016 y 2017, trabajar con un contrato formal y escrito era una de las condiciones para ser un migrante regular en Chile. Sin embargo, y como es el caso de muchas personas haitianas que cono- cí durante mi trabajo de campo, encontrar un empleo en el sector formal era muy difícil “sin papeles”, es decir, sin permisos de trabajo especiales para migrantes. Como me dijo una de mis interlocutoras haitianas en español mientras buscaba la manera de regularizar su situación migratoria sin éxito ; “Es muy difícil todo, necesito trabajar para estar legal en Chile, pero necesito estar legal para encontrar trabajo”. Como ella, miles de migrantes se enfrentaban el mismo obstáculo, ya que en muchos lugares donde se ofrecía empleo, no contrataban formalmente a sus trabajadores (teniendo acuerdo de palabra, sin contrato escrito), los con- tratos que hacían eran a corto plazo, o bien preferían contratar a chilenos o a migrantes que hablaran español y tuvieran los “papeles al día”. El contrato de tra- bajo era el documento que muchos migrantes recién llegados necesitaban para no caer en la irregularidad luego de que su visa de turismo venciera, ya que tener un permiso de trabajo con una visa laboral en trámite facilitaba mucho las po- sibilidades de ser contratada o contratado. Comprar un contrato indefinido, de un trabajo de jornada completa y por el sueldo mínimo, era una estrategia para evitar la irregularidad migratoria. ¿Cómo era posible hacerlo? De muchas maneras. Entre los haitianos que co- nocí en Santiago, la mayoría había comprado un contrato de trabajo para postu- lar a su primera visa temporal de residencia. Algunos de ellos habían tenido éxito en su solicitud con el contrato comprado y tenían una visa de trabajo temporal. Otros, con menos suerte, habían sido detectadas por los sistemas de verificación de extranjería y tenían sus visas rechazadas, o estaban esperando recibir su carta de rechazo. Los orígenes de sus contratos falsos y las experiencias de sus prime- ros trabajos era una conversación difícil de tener y, en algunos casos, me tomó mucho tiempo ganar la confianza para que me relataran cómo habían accedido a ellos. En todos los casos, la persona que las contrataba era una persona desco- nocida, dueña de una empresa con personalidad jurídica, también desconocida para ellos, y les cobraba por el documento entre 40 y 120 mil pesos chilenos. Muchos accedían a ellos a través de personas cercanas, como un familiar, amigo o amiga haitiano que le daba un contacto por WhatsApp o por Facebook para
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