Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
Buscando la regularidad migratoria en los márgenes del Estado – 93 en entrevistas a funcionarios y ex-funcionarios del Estado, y en el análisis docu- mental y estadístico de datos migratorios públicos. La observación participante y entrevistas se realizaron durante un momento crítico en la historia de la migración latinoamericana, y específicamente haitiana, hacia Chile, debido al aumento exponencial de migrantes entrando a Chile entre el 2015 y 2017, el “colapso” de servicios públicos para acoger a la población mi- grante recién llegada, según diferentes medios de comunicación, y los cambios demográficos de extranjeros viviendo en Chile. En este sentido, mi investigación es una captura de un momento en la historia de las relaciones entre chilenas, chilenos y migrantes, y de leyes migratorias específicas que influyeron en la expe- riencia de miles de haitianas y haitianos que llegaron a Chile a vivir y trabajar en el país. Más que una limitación en mi investigación, considero dicha “excepcio- nalidad” un caso privilegiado en el espacio y tiempo (Ferguson, 1990; Gluckman, 1961; Burawoy, 1998), a través del cual es posible entender las relaciones entre mi- grantes y el Estado chileno, enfocándose en las prácticas y procesos burocráticos para residir y trabajar legalmente. El carácter múltiple de la etnografía como trabajo de campo y escritura antropológica (Abu-Lugohd, 1990) propone desafíos metodológicos y teóri- cos. Los eventos y las relaciones cotidianas que son registradas como parte de la observación participante y luego analizadas en el proceso de análisis y escri- tura son, en muchos casos, circunstanciales a la presencia de la antropóloga en dichas situaciones y configuraciones sociales, problematizando lo que cuenta como “evidencia” (Hastrup, 2004) y lo que es “objetivo” (Abu-Lughod, 1990). En su concepto de “conocimiento situado”, Donna Haraway (1988) propone el “posicionamiento” como una práctica epistemológica esencial para localizar el conocimiento como “perspectiva” parcial, y así hacernos responsables de nues- tras prácticas y métodos de investigación. En mi caso, identificar mi posición en la etnografía haciendo el trabajo de campo y como producto de éste, es complejo, ya que puedo considerarme tanto “afuera” del fenómeno problematizado (no soy migrante haitiana) como “adentro” (soy mujer chilena), lo que en la prácti- ca se tradujo a la ocupación de diferentes posiciones: “amiga ( zanmi )”, “blanca ( blan )”, “profesora ( pwofesè )”, “practicante” e incluso “traductora”. Identificarlas –e identificarnos– ayuda a entender los desafíos de la disciplina, por un lado, pero por otro ubica problemáticamente a la etnógrafa en el contexto histórico específico en que se enmarca la investigación (Uddin, 2011). Considerando estos posicionamientos y sus respectivas parcialidades, presento los resultados en la siguiente sección.
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