Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
Actitudes y opiniones contrastadas en materia de sexualidad – 335 Ahora bien, las fuentes de aprendizaje de estos guiones, familia, amigos y medios de comunicación, pueden ser contradictorias y exacerbarse aún más en contexto migratorio (Manago, Ward y Aldana, 2015). Según DeLamater (1989), los discursos a nivel sexual pueden ser de tipo procreador , que suponen que el sexo debe tener lugar dentro de una relación matrimonial y por razones de pro- creación; o relacional , que enfatizan que el sexo debe ocurrir dentro de una re- lación amorosa; y/o recreativo , que asocian el sexo a una actividad placentera y divertida. Manago et al. (2015) enfatizan que, un cuarto discurso, que impregna cada uno de los mencionados, corresponde al doble estándar sexual, según el cual la exploración sexual es más aceptable para los hombres que para las mujeres. Estas prescripciones, diferentes según el género, reflejan un sistema de re- presentaciones binarias de la sexualidad, llamado “heteronormatividad”. En este sistema, no solo la heterosexualidad (reproductiva) es obligatoria (Butler (2005 [1990]; Rubin, 2012) sino que las sexualidades aparecen como diferentes, com- plementarias y jerárquicas: la sexualidad de las mujeres se asocia más frecuente- mente con el amor y la afectividad, y la de los hombres con el deseo, el acto sexual y las necesidades fisiológicas (Bajos, Ferrand y Andro, 2008). El familismo, definido como un fuerte apego y lealtad al núcleo familiar y a la familia extendida (Campos, Ullman, Aguilera y Schetter, 2014; Bourdeau et al., 2008), ha sido utilizado como un atributo imputado a las y los latinoamericanos, para dar cuenta de la importancia de las familias de esta región en la socialización sexual y en los comportamientos sexuales de las y los jóvenes (Bourdeau et al., 2008). Pedone (2017), por su lado, pone énfasis en las rupturas y continuidades en los roles de género dentro de las familias migrantes ecuatorianas. Por ejemplo, algunas chicas, rompiendo con la imagen de la sexualidad procreativa, reflexio- nan sobre la idea de retrasar la maternidad o de tener relaciones sexuales sin estar casadas. Sin embargo, la idea de que el uso de los métodos anticonceptivos está vinculada a la reproducción sigue presente, lo que constituye, paradójicamente una continuidad en los roles de género. Cabe resaltar que, en Suiza, la influencia de la familia en el ámbito sexual ha perdido importancia, frente a tres grandes acontecimientos: la aparición de la píldora accesible a las jóvenes a través de la creación de centros de planifi- cación familiar en la década de los 70, la irrupción del sida en los años 80 y la llegada de internet en los años 90 y 2000 (Michaud y Akré, 2009). Hoy en día, la construcción de la sexualidad de las y los jóvenes constituye un periodo de autonomía privada que no es regulada más ni por los padres ni por los adultos (Bozon, 2012). Pero, esto no quiere decir que los controles externos y directos hayan desaparecido, sino que éstos se han hecho internos e indirectos. Es decir,
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