Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
314 – migraciones transnacionales les considera plenamente como seres humanos, es su estado natal (Takai y De Guzmán, 2015). Esta perspectiva tendría incluso una mayor relevancia en el caso de los exiliados identificados con la mayoría de sus compatriotas (Kunz, 1981). Para éstos, vivir en el extranjero es una forma injusta e ilegítima de privación de sus derechos que sólo puede ser reparada con el retorno (Bolzman, 2012). En cambio, de acuerdo con las perspectivas transnacionales y de las nuevas movilidades, la situación de los migrantes se caracteriza por una “doble presen- cia” (Cresswell, 2010), en la que las vidas de los migrantes se organizan a través de las fronteras. Viven aquí y allá simultáneamente (Portes, 1996; Pries, 2001). Su doble presencia puede ser virtual (a distancia, utilizando nuevas tecnologías) o concreta (movilidad física). Los migrantes disponen de recursos de diferentes tipos y buscan crearse espacios que les son propios pese a los límites económicos y a las fronteras, para poder establecer contactos entre el aquí y el allá (Bolzman, 2013). El retorno puede formar parte de ese proceso más amplio de vidas trans- fronterizas. Puede ser una forma de crear puentes entre el aquí y el allá, pero que no significa necesariamente la clausura de la movilidad. Sin embargo, estas formas de movilidad transnacional se han observado especialmente entre los tra- bajadores económicamente activos y han sido rara vez analizada en el caso de los exiliados originarios de países del sur que han residido en los países europeos. Ahora bien, el exilio como el retorno no son fenómenos aislados de la vida de las personas, éstas se inscriben dentro de biografías complejas que se sitúan en el tiempo y el espacio. En ese sentido, es importante situar la problemática en una perspectiva de trayectorias de vida, que se puede conceptualizar como “una secuencia de transiciones vinculadas a la edad que están integradas en las instituciones sociales y la historia” 1 (Bengston, et al., 2005, p. 4939). Se puede también agregar que, desde esta perspectiva, los individuos son considerados como actores que tienen expectativas, pueden elegir hasta cierto punto y actúan con intencionalidad, en relación con las oportunidades y las limitaciones estruc- turadas por los contextos institucionales en que viven, así como lo que deciden y hacen los individuos que son importantes para ellos (Elder y Giele, 2009). Además, esta perspectiva distingue entre otras cosas dos tipos de eventos que pueden influenciar las trayectorias individuales y en particular las transiciones: los normativos y los no normativos (Wrosch y Freund,2001). Los primeros son acontecimientos esperados socialmente; por ejemplo, se espera que una persona se case a una cierta edad o se jubile a una cierta edad. Los segundos son aconte- cimientos imprevistos que pueden influenciar el curso de vida de las personas. 1 La traducción del inglés es nuestra.
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