Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
Retorno y movilidades transnacionales: – 313 Antecedentes y marco teórico: retorno, movilidades transnacionales, trayectorias de vida, exilio El tema del retorno es complejo y ha dado lugar a una abundante literatura. Sin embargo, queda todavía mucho por explorar (Casarino, 2004, Percival, 2013). En particular, el concepto mismo de retorno necesita una mayor clarificación, así como la evolución de los procesos de retorno a través del tiempo. Son los dos temas principales que vamos a examinar en esta sección. Dos paradigmas que conciben de manera diferente el retorno predominan en la literatura sobre las migraciones: el clásico (o estructural) y el transnacional (o de movilidad). El primero destaca la sedentaridad como norma (Sayad, 1999; Dietzel-Papakyriakou, 2001), el segundo la movilidad como norma (Sheller and Urry, 2006; Creswell, 2010). Si se analiza el retorno desde una perspectiva clá- sica, éste concluiría el proceso migratorio, ya que significa revenir al punto de partida, recuperar su espacio habitual en un mundo sedentario, y lo que importa es analizar los factores que podrían favorecer o dificultar este proceso (Cerase, 1974; Casarino, 2004). Si se analiza, en cambio, desde una perspectiva transna- cional, el retorno forma parte de una dinámica más amplia de movilidad que se inscribe en procesos sociales que atraviesan constantemente las fronteras nacio- nales. Además, a la diferencia de las discusiones clásicas sobre las migraciones in- ternacionales, los paradigmas del transnacionalismo y de las nuevas movilidades consideran que el problema principal no es la cuestión del retorno sino el de la circulación (Benson, 2011; Sinatti, 2011), o sea que la interrogación pertinente sería: ¿Hasta qué punto pueden los migrantes ser móviles y mantenerse en con- tacto con diferentes sociedades significativas para ellos? Si retomamos más en detalle la perspectiva clásica, para Sayad (2001), el de- seo de retorno se puede explicar, principalmente, por el hecho de que, en un mundo organizado en estados, la migración internacional no es considerada como un comportamiento “normal”. Los migrantes deben justificar su decisión de permanecer en el Estado anfitrión a través de las razones definidas como “aceptables” por los estados y sus políticas de inmigración. En otras palabras, su presencia es a menudo percibida como condicional, provisoria y unidimensional (Bolzman, 2016). De hecho, en la mayoría de los casos, los inmigrantes no son considerados como ciudadanos de pleno derecho, sino como extranjeros carac- terizados por un estatus de residencia incierto. A pesar de que los inmigrantes pueden establecerse en un nuevo Estado, la condicionalidad y la falta de una ciudadanía plena pueden llevarlos a pensar que su “lugar real”, el lugar donde se
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