Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
La música migrante y la movilidad artística en el paisaje sonoro – 297 millones de cruces de sur a norte (olpm, 2015). Hoy en día, esta frontera se ha convertido en el emblema de la intolerancia cultural promovida por el gobierno de los Estados Unidos, en un afán por hacer olvidar los orígenes de la población de lengua hispana que históricamente formó parte de esa nación. A decir de Augé (2016), las fronteras siempre han formado parte de la historia de la humanidad. En todas las naciones del mundo encontraremos fronteras natu- rales y limites culturales que nos hagan reconocer la diferencia entre un grupo cul- tural y otro. Los cazadores y recolectores siempre supieron hasta dónde terminaba su territorio y los grupos indígenas de tradición agrícola también tuvieron claro en donde iniciaba el desierto no apto para el cultivo de la tierra. En este orden de ideas, diremos que las fronteras siempre han existido y no dejarán de existir. El verdadero problema no es la abolición de las fronteras, en tanto que límites de identidad y diferencia entre los pueblos, la importancia crucial para las fronteras del mundo contemporáneo es que sean abiertas y transitables, sin que un pueblo le impida la entrada a otro, como es el caso de Estados Unidos a México y otros países de América Latina, con quien posee múltiples lazos históricos y culturales que les permitieron, desde el siglo xix, grandes intercambios de bienes culturales de carácter material e inmaterial. En el ámbito local el “intercambio” se presentó a lo largo del siglo xx, entre mestizos, chinos, libaneses, judíos, rusos, armenios, que junto con la mermada población originaria se encontraba establecida en el territorio antes de la llegada del hombre europeo al continente americano. Es, precisamente, dentro de este conjunto de objetos intangibles no pode- mos pasar por alto la importancia de los objetos musicales y sonoros organizados en forma de música popular, ampliamente consumida y producida por la masa de población y que ha sido pilar de la condición fronteriza en las últimas décadas En la frontera norte se encuentran música de diversas regiones de México y el extranjero. Esta música migrante sufre cambios en distintas dimensiones que abarcan tanto las melodías, como la instrumentación, así como la innovación de arreglos musicales y literarios. En algunos casos es posible encontrar la incorpo- ración de nuevos instrumentos musicales. Tal es el caso de la música yandavi o música mixteca, o la música jarocha que, dada su intensa presencia cosmopolita, no solo se encuentra en la región fronteriza, sino en muchas ciudades de eu y Eu- ropa con distintas modalidades. La instrumentación típica del son jarocho es la jarana, instrumento de cuerda en diversas tesituras: el requinto que hace las me- lodías y contrapuntos, la quijada de burro y, últimamente, también el marimbol, de origen caribeño, instrumento similar al cajón peruano, pero con un hueco al que se le adhieren lengüetas de metal que son utilizadas para hacer los bajos. También al son jarocho se le incorpora el zapateado o taconeo en la tarima, como
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