Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
290 – migraciones transnacionales genas y de la sociedad novohispana en su conjunto, no sin antes establecer y crear nuevos estilos y nuevas músicas en cada uno de los países de América Latina. Aunque este proceso también se llevó a cabo en Estado Unidos y Canadá, con la movilidad de diversas músicas provenientes de Inglaterra de Francia y de Europa, sobre todo en los siglos xvii, xviii y xix. Al igual que las sociedades en donde se establecieron los colonos y militares desde el siglo xvi y xvii, la música de los migrantes se desarrolló bajo ciertos cá- nones como producto de este proceso cultural. Existieron sonoridades y músicas conservadoras de las versiones polifónicas más fieles de la liturgia católica, o de las danzas aristócratas europeas como el minuet, la chacona la zarabanda, etcé- tera, pero también se dieron reacomodos identitarios de carácter musical con fuerte influencia de las músicas africanas que participaron activamente en el pro- ceso de mestizaje. La transformación de géneros musicales dio como resultado sonoridades que en algunos casos fueron seriamente asociadas con un país, o con una identidad nacional latinoamericana. Entre los reacomodos de estos géneros migrantes podemos citar grosso modo al son mexicano del centro de México y, en particular, al conjunto de mariachi, la cueca chilena, la chacarera argentina, la samba brasileña, o el joropo venezolano, entre cientos de ejemplos a todo lo largo del continente. Desde el desembarco de los primeros galeones europeos, se constataron la presencia de músicas litúrgicas, pero también músicas que pertenecían a la sociedad de colonos y militares que no poseía una adscripción religiosa. Estas melodías, no siempre escritas, se mantuvieron desde entonces en la memoria y en el corazón de sus navegantes. Dicho fenómeno, formó parte de un proceso que nunca termina, las músicas se movieron, se mueven y se reinventan todos los días, y la sociedad las “enriquece” con géneros que circulan de un país a otro y de una cultura a otra manteniéndolas en constante movilidad. El segundo caso concierne a la migración musical contemporánea que se res- guarda, como antes señalamos, en la memoria y en la sensibilidad de individuos que migran debido a profundas desigualdades sociales en sus lugares de origen, por lo que los ciudadanos se ven obligados a dejar sus países y localidades en busca de mejores oportunidades de vida. En este rubro se considera también la movilidad de la cultura artística que se desplaza a través de los sujetos que la portan y que son objeto de exilio político; y que, en muchos casos, son asilados políticos en países y culturas completamente distintas a la de sus ancestros. El caso chileno y argentino son buenos ejemplos de esta situación durante la década de los años setenta. Las músicas de su resistencia chilena durante las dictaduras rompieron todas las fronteras del mundo para difundirse en América Latina,
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