Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
222 – migraciones transnacionales el cual se verá subordinado por otros tipos de “autonomías”. En este sentido, la posibilidad de que una mujer pueda “moverse libremente”, en su agenda cotidiana, asistiendo el “frente” hogar/trabajo/hijos, estará mediado por esta posibilidad de conllevar aquellas actividades que resultan demandantes, que son de carácter do- méstico y que generalmente se asumen de forma personal –o bien, son llevadas a cabo por otras mujeres dentro del espacio familiar (tías, abuelas, hermanas)–. Por lo tanto, esta autonomía económica de la cual refiero, es un espacio simbólico y real en disputa. Es real porque es cierto que existen mujeres que pueden desarrollar un trabajo productivo y reproductivo a la vez, ayudadas por terceras a través de la ex- ternalización y mercantilización del trabajo reproductivo, y simbólica, porque en la medida que las mujeres puedan ser parte de un acceso igualitario a los mercados laborales y activos económicos, podrán cambiar estadísticamente las actuales cifras en torno al género femenino en el ámbito laboral. Hecha la observación anterior, no se debe confundir el propósito principal de este asunto que subyace a la cuestión de fondo: el llamado no es a un cambio cuantitativo en la inserción laboral de las mujeres en los mercados calificados y no calificados, como tampoco se trata de una salida en masa de las mujeres mi- grantes del trabajo doméstico; la lucha simbólica y real antes mencionada debe subvertirse en el ámbito privado de la vida de las familias, bajo un sentido de corresponsabilidad de las tareas domésticas entre hombres y mujeres, la dignifi- cación de los trabajos de cuidados o reproductivos a través de sueldos dignos con contratos laborales y el término de la explotación de la mano de obra. Ir detrás del logro de la autonomía económica y física, supone en muchos casos la explo- tación de mujeres que están dispuestas a desempeñar aquellas tareas domésticas (generalmente mujeres más pobres), lo que entregaría entonces una “seudoliber- tad” de consumo para quienes puedan pagar el servicio reproductivo, favorecien- do con esto la reproducción social de la feminización de la pobreza. La situación anterior plantea otras preguntas que son urgentes y necesarias de responder, considerando que el sistema capitalista refina sus mecanismos para producir y reducir costos en la mano de obra, ¿de qué manera dialoga el capi- talismo con el género, en el marco de un sistema patriarcal que ha definido los roles entre hombres y mujeres?, ¿qué tan favorecedor son las migraciones para las autonomías físicas y económicas en las mujeres que deciden iniciar una vida laboral fuera de su país de origen? La respuesta estará en la evaluación personal de las mujeres que han decidido emigrar, sin embargo, desde el punto de vista de las ciencias sociales, es necesario incorporar aquella dimensión del género en lo económico para establecer premisas que faciliten lecturas contemporáneas en torno al ámbito del trabajo.
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