Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento

De la pregunta por la Diversidad Cultural en la Escuela a la Fiesta Multicultural – 221 asuntos migratorios, pero también, porque se sostiene sobre un Decreto de Ley (1975) que tiene como objetivo la restricción en el acceso a personas de otras na- cionalidades, lo que ha producido un “desfase” con el actual momento económi- co en el que Chile es percibido por terceros como un país atractivo en la región. Lo disputado en las migraciones en este último tiempo puede ser explicado por el antecedente económico que “promueve” la llegada de más inmigrantes y también, por la complacencia de una normativa que favorece la vulneración de los derechos políticos y económicos de las personas que provienen del extran- jero. Bajo este contexto, existirán dos mercados laborales en el país, uno para los nacionales y otro, para los extranjeros, el que, a su vez, estará mediado por el género, la raza y la clase. Las mujeres migrantes trabajadoras se sienten alentadas a iniciar una tra- yectoria migratoria y buscar un empleo en Chile, teniendo como incentivo el desarrollo de mejores expectativas que supongan elevar su calidad de vida, sin embargo, en muchos casos, no existirá el desarrollo de una autonomía económi- ca y física que se traduzca en acceso a patrimonios económicos (bienes materiales a su nombre, posibilidad de ahorro o endeudamiento, entre otros), como tam- bién, en conservar cierta autonomía respecto de los cuidados, entendiendo esto último como un alejamiento del trabajo reproductivo. El trabajo reproductivo, en el ámbito de las migraciones, es un nicho laboral que moviliza a las mujeres de un lugar a otro y que evidencia, entre otras cosas, la vigencia de los roles y responsabilidades del género femenino en los mercados del cuidado. Este último, tal como dijera Federici (2013, 2018), que no es considera- do como un trabajo que contribuye a la acumulación capitalista, porque no crea mercancía, ha sido –y seguirá siendo–, una actividad económica asignada al sexo femenino, que no reporta un salario sustancioso, impactando en la estructura familiar de estas mujeres, contribuyendo a su vez, a la reproducción de la pobre- za o de las precariedades. Cabe señalar sobre esto último, que el tiempo que las mujeres destinan en el trabajo reproductivo, será el doble de tiempo que el de los hombres, lo que nos sugiere revisar la matriz patriarcal que incide en el mercado, como en el sistema familiar, para subvertir y transformar la idea de quienes sos- tienen que las tareas domésticas son únicamente femeninas. No obstante, también es necesario tensionar esta idea de autonomía económi- ca y física, haciendo las siguientes preguntas para abrir aun más el debate sobre las migraciones femeninas: ¿a qué clase de autonomía aspiran las mujeres migrantes trabajadoras?, ¿cómo impacta la autonomía económica de una mujer sobre otra mujer que aspira también a obtener su propia autonomía económica? En definiti- va, parece ser que lo que se consigue en estos casos es una autonomía del consumo,

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=