Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
198 – migraciones transnacionales (Lascoumes, 2004). En este sentido, los Planes Nacionales en Salud Mental y Psiquiatría –an- clados en el Modelo de Salud Integral–, determinarán el tipo de discursos que podrá ser vehiculado, el cual reafirmará, a su vez, las prácticas de atención de los/ las profesionales tratantes para con el colectivo migrante, en el modo de las regu- laciones relativas a las conductas y a la conducción de las conductas (Grinberg, 2007). En el caso de la salud mental, las orientaciones técnicas que estructuren y organicen el tipo de atención, definirán también el tipo de relación que se esta- blecerá entre la institucionalidad en salud y el sujeto migrante. Es así como en el caso de la clínica en salud mental en la red pública chilena, observamos la manera en que el aparataje de gubernamentalidad tiende a instalarse entre profesiona- les y usuarios/as migrantes, en el marco de relaciones las cuales son significadas como verticales y prescriptivas (Becerra, 2018). Reflexiones finales El Modelo de Atención Integral en Salud y su enfoque intercultural en la aten- ción, incitan al respeto de la cosmovisión de los modelos de salud y de los iti- nerarios terapéuticos en el diseño e implementación de los planes en salud. Sin embargo, tal como es definida, la noción de cultura aparece como hermética, circunscrita geográficamente, y delimitada más bien a pueblos originarios, en oposición a la cultura dígase no originaria. Aunque se enuncia el reconocimiento la cultura del otro/a, es un “otro” construido desde un contenido simbólico que se ancla en la “diferencia”, en este caso cultural y lingüística, sin reconocimiento alguno de las propias matrices culturales del modelo propuesto. Esta miopía, señala un discurso afín con lógi- cas de gobierno de tipo universalistas, o en su mejor versión culturalistas, que menoscaban la posición del/la migrante actuando “como si” el enfoque de los servicios en salud propuestos fuera intercultural, cuando en realidad no es tal. Lo anterior es confirmado en los Planes de Salud Mental y Psiquiatría, par- ticularmente de los años 1993 y 2000, donde constatamos que no hay mención alguna a la población extranjera, migrante o perteneciente a comunidades cultu- rales o lingüísticamente diversas. Lo anterior revela una perspectiva asimilacio- nista (Adams y Janover, 2009) de entender la integración en el ámbito de la salud mental, expresándose en la formulación de ambos planes a través de la negación de la diferencia –cultural– en el/la otro/a, con efectos en el reconocimiento de este colectivo como sujetos de derechos y de ciudadanía. Además, tanto el plan
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