Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento
194 – migraciones transnacionales social de la salud (Cabieses, Pickett y Tunstall, 2012; Cabieses, Bernales y McIn- tyre, 2017), entendiendo que la migración por sí misma no representa un riesgo para la salud, sino más bien que es el proceso migratorio como dinámico y cam- biante, que incluye, entre otros: cambios en el estilo de vida; en las condiciones del medio comunitario, social y ambiental en lo socioeconómico; en lo político y en lo estructural; los que pueden generar efectos negativos en la salud de las personas (Van Der Laat, 2017). Al incorporar el tercer Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría la no- ción de determinantes sociales en la salud, se entiende que la salud y la manten- ción de la salud no proviene de elecciones individuales en estricto sentido, sino también de condiciones contextuales, sumado al predominio social y económico sobre las condiciones de vida de los sujetos y sobre su estado de salud (Ministerio de Salud, 2017). Esto es extremadamente pertinente en el caso de las personas migrantes, ya que la introducción de las condiciones socioeconómicas y estruc- turales que dificultan el proceso migratorio, impactan fuertemente a los sujetos con efectos también en la salud mental (Becerra, 2015; Becerra y Altimir, 2013; 2012). Además, la introducción de los determinantes sociales de la salud en los lineamientos nacionales en salud mental, implica también la identificación de factores en los cuales sería posible intervenir a través de políticas públicas especí- ficas en salud mental con dicha población. Concretamente, el tercer plan señala el propósito de resguardar los derechos de personas migrantes (entre otros grupos vulnerables), de dar especial atención a las barreras de acceso a los servicios que afectan a esta población, de integrar de elementos de pertinencia cultural e interculturalidad en los modelos de atención y en la formación de grupos humanos, y de fomentar la formulación de grupos consultivos específicos a dicha población. Incluso se señala como meta para el año 2020, la formulación de un programa focalizado en la salud mental de los/ las migrantes internacionales (Ministerio de Salud, 2017). Si realizamos, nuevamente, el ejercicio de tomar los cuatro puntos del In- forme de la Organización Mundial de la Salud del año 2001 y examinamos la atención en salud mental de los/las migrantes, constatamos que efectivamente el tercer Plan Nacional de Salud Mental (2017-2025) aborda plenamente sus linea- mientos: la introducción de los determinantes sociales de la salud implican la in- corporación de factores ambientales en el desarrollo del malestar, involucrando la responsabilidad de los gobiernos en su detección y en la intervención a través generación de políticas específicas. También se incorporan las nociones de com- petencia cultural y de interculturalidad, con mención explícita a la población migrante, lo que abre la posibilidad de interrogar la perspectiva transcultural
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