Migraciones transnacionales: inclusiones diferenciales y posibilidades de reconocimiento

De la pregunta por la Diversidad Cultural en la Escuela a la Fiesta Multicultural – 189 movisión de los modelos de salud en el diseño e implementación de los planes en salud, se subentiende a la cultura como algo fijo, más bien hermético, delimitado a ciertos pueblos, específicamente a pueblos originarios asociados a territorios geográficamente determinados. La declaración acerca del enfoque intercultural del modelo como parte im- portante de su carácter “integral”, subraya la relevancia que se le daría al reconoci- miento de la cultura del otro/a como un sujeto culturalmente distinto (Ministerio de Salud - Organización Panamericana de Salud, 2013). Lo anterior, en la línea de la acogida de la cultura del/la usuario/a en las políticas e intervenciones en salud. Sin embargo, el análisis crítico del enfoque propuesto releva que, a pesar de enunciarse la necesidad de reconocimiento la cultura del otro/a, no hay reflexión alguna respecto de la propia cultura, como un elemento preponderante de lo que sería la creación de un espacio dialógico intercultural. En otras palabras, no se integra el reconocimiento de la cultura biomédica, de la cultura del personal de salud o la propia cultura institucional, entre otras, como matrices culturales en sí mismas, con efectos también en la atención en salud. Es así como la afirmación de la voluntad intercultural del modelo –y sus orientaciones– queda truncada sin el reconocimiento mutuo, el cual es imprescindible para la apertura de la dinámica de intercambios culturales, intrínseca a la noción misma de intercultu- ralidad (Walsh, 2009). El carácter intercultural del modelo, tal como está planteado, comprende la figura de quienes son cultural y lingüísticamente diferentes desde el imaginario social de un “otro” (Santamaría, 2002), construcción social con un alto conteni- do simbólico. Estos significados son atribuidos desde circunstancias y contextos particulares, los cuales no sólo estarían anclados en relaciones de poder (Córdo- va Rivera, 2012; Stefoni y Stang, 2017), sino también en lógicas de gobierno hacia determinados colectivos, como el colectivo migrante (Galaz, Álvarez, Hedrera y Becerra, 2017; Galaz y Montenegro, 2015; Santamaría, 2002). En el marco de los antecedentes desarrollados, la necesaria problematización del Modelo de Atención Integral en Salud, problematiza también el posiciona- miento discursivo de los Planes Nacionales de Salud Mental y Psiquiatría en el marco de dicho modelo y sus efectos en la prestación de servicios públicos en sa- lud mental de los/as migrantes en Chile. Particularmente, tomando en conside- ración la orientación generalizada que está adquiriendo la temática migratoria en salud mental, en la cual desde hace algunos años se han ido instalando discursos en la línea de la naturalización de patologías asociadas a los procesos migratorios (Achotegui, 2002; 2004), los cuales no se detienen a interrogar los contextos de producción de dichos discursos.

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